¡Qué tiempos aquéllos de los guateques!. El período juvenil es maravilloso, todo el vigor y la fuerza de unos cuerpos en plenitud permiten disfrutar de la vida al máximo, y uno de los mayores goces era montar una fiestecita en tu casa o en casa de un amigo o en la casa de quién sea, comprar un montón de bebida espirituosas, y conseguir abundante presencia de personas humanas, femeninas preferentemente. Los tres problemas más graves que podían suceder eran que se descontrolase el tema del ruido, que se acabase pronto la bebida y que apareciese el invitado inesperado para fastidiar el buen rollo general. En el partido de ayer sucedió algo similar, entre un invitado plasta y un ataque de modorra imprevisto se enturbió una magnífica fiesta en la “boite” de La Romareda.
La primera parte fue, con diferencia, lo mejor que hemos visto en esta temporada. El Real Zaragoza funcionó como un reloj suizo de mediocampo hacia la vanguardia, con sus jugadores en estado lisérgico derribando con una facilidad monstruosa el basamento bético y arrasando su fortín. La creatividad sin límites del mago Rubén fue acompañada por un estratosférico Sergio García, imparable en sus cambios de ritmo, de un acertado Óscar y de un resolutivo Diego Milito. Los aficionados nos restregábamos los ojos ante tanta belleza futbolística acumulada en tan poco tiempo, impresionante. El Betis tuvo que agachar la cerviz ante la enorme superioridad del rival y sólo pudo asomar el morro con un gol de Dani, un antecedente del posterior despiste general. Todos, jugadores, técnicos y seguidores zaragocistas nos prometíamos una tarde de felicidad completa tras la exhibición primeriza.
Desgraciadamente el sabor de la victoria no resultó tan dulce. Nuestro equipo apareció en la continuación en el verde romaredil con una importante galvana y un Betis remozado por los tres cambios encaró el partido con decisión, se apoderó del control del balón y aprovechó su superioridad física y de altura para colocar un inquietante 4-3. En el juego zaragocista se desataron los nervios, descontrolados por la negligencia defensiva habitual que contaminó el hacer del resto de compañeros. Pero unos cambios acertados de Víctor, con la entrada de un brillante Lafita, fueron suficientes para aplacar los renacidos ánimos de los béticos y el marcador, a pesar de la estrechez de la ventaja y de la injusta expulsión de Chus Herrero, ya no se movió.
Se ha dudado mucho del trabajo de Víctor Muñoz, y se sigue dudando, es ley del fútbol, lo que para uno es rosa para el otro es negro. Es muy posible que su labor al frente del equipo técnico del club de sus amores compartidos nunca sea reconocida, es complicado ser profeta en su tierra, pero a pesar de sus errores y cabezonerías, también es innegable que ha construido un equipo correoso, difícil de batir y con un afán atacante irreductible, al menos en La Romareda. Tras varios años de absoluta sequía en cuanto al fútbol de algún quilate, hemos pasado a ver partidos intensos y con abundantes goles. Ese motivo tendría que bastar para que los buenos catadores de fútbol apreciasen, aunque sea mínimamente, la labor de Víctor Muñoz.
La semifinal de Copa del Rey ya llega, nuestro Torneo favorito está presto para darnos otra enorme alegría, pero… el Real Madrid está en muy buena forma y es el favorito, vamos, el mismo panorama que en la final gloriosa de Montjuic. A disfrutar.
Por Jeremy North
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