Buenos, pero no héroes | La Lupa

Sevilla 3 – 1 Real Zaragoza

En la mayoría de las películas del cine clásico, así como en las comedias amables y en las producciones televisivas de ficción, suele existir la figura de “el bueno”, que puede ser un personaje o varios. A veces el bueno parte de un estado de indefensión, ya sea física, económica, sentimental o de otro recurso, y evoluciona hacia un nivel superior, siendo capaz de afrontar grandes retos, venciendo a los malos e incluso teniendo la potestad de elegir entre humillarlos o perdonarlos, dado el caso. Esa transformación a héroe es lo que hace atractivo al personaje y el público tiende a identificarse con él. En la vida real, los casos de boxeadores de barrio acabados que llegan a campeones del mundo, o granjeros adolescentes que vencen al emperador de la galaxia, son más bien escasos. Los “buenos” de nuestra película, el Real Zaragoza, no consiguió, tras su visita al feudo del poderoso Sevilla, salir con otra imagen que la que ya tenía: un buen equipo, con ciertos recursos, pero sin poder para mojarles la oreja a los más grandes.

Puestos a calibrar la magnitud de la derrota, habría que pararse a pensar en la calidad del rival. Si yo fuera un equipo de fútbol, querría ser como el Sevilla. Lejos de la tontería mediática –al menos de momento- de los pseudoperiodistas deportivos de Madrid y Barcelona que hacen una y otra vez gala de una bobaliconería endogámica para alienar a las masas, el Sevilla es ejemplo y paradigma de lo que debe hacerse: administrar desde la escasez y recoger grandes frutos hasta el punto de aspirar a todo. No ha sido casualidad. Se trata de un equipo muy trabajado, con muchos jugadores de buen nivel, en una forma física que, al menos de momento, no parece flojear, y sobre todo manteniendo en todo momento una ambición basada en la autoconfianza.

Ambos contendientes se jugaban cosas importantes. Si para el Real Zaragoza eran importantes los puntos para consolidar las aspiraciones europeas, para el Sevilla lo que está en juego es ni más ni menos que todo un Campeonato de Liga. Palabras mayores, oiga. Y a por ello salieron, haciendo alarde de ese poderío anunciado. Con todo, los maños no se arredraron y supieron sostener dentro de lo admisible el equilibrio del encuentro, a pesar de las carencias que muestran cuando no llevan el dominio del balón. Ese equilibrio alentador de esperanzas e truncó en un fallo de defensa. Es un auténtico infortunio que en dos jornadas seguidas, el mismo jugador sea quien cometa un fallo estando de cierre. Son cosas que pasan. Por el contrario, otro jugador: César Sánchez, parece erigirse cada día que pasa en el guardameta que todos queríamos que fuera desde el principio: ágil, seguro y concentrado. Es difícil que todos los jugadores estén al máximo nivel todo el año. César pasó un pequeño bache, pero ahí está. Otros jugadores, supuestos “crack”, llevan mucho tiempo sin encontrarse.

Cuando ya parecía todo enfilado hacia una derrota segura, falla un penalty el Sevilla. Después llegó el precioso gol de D’Alesandro., que insufló un hálito de vitalidad y propició un resurgimiento de la esperanza. Flotaba en el ambiente la talismánica condición de Victor Fernández en el Sánchez Pizjuán, y en unos pocos minutos, la balanza pudo inclinarse hacia cualquier lado. Pero el balón de Ewerthon fue al travesaño en vez de a las mallas. Así son las cosas para los luchadores de a pie, para los secundarios destinados a dar el contrapunto al campeón, para los que aún siendo buenos, no llegan a ser héroes.

Nuestro barco llega al final de liga con las fuerzas justas, con las calderas lejos de su pico de eficiencia. Hay que seguir sudando, echando carbón y poniendo las máquinas a toda potencia, porque los que nos siguen, un imprevisible Atlético y un Villarreal salido de no sé sabe dónde, asoman sus fauces con descaro. Pero es que la temporada es como el toro del refrán, ese de “hasta el rabo todo es toro”, y de nada vale haberlo hecho bien las cosas al principio si al final te dejas superar por los rivales. Los caprichos de esta historia nos dejan en la tesitura de tener que seguir arrancando puntos, y en la obligación de tener que ir a ganar a ni más ni menos que al Real Madrid de toda la vida. Un problema según los pesimistas, una oportunidad según los optimistas. Sí, una oportunidad de hacer callar a los bocazas prepotentes que nos ningunean, una oportunidad para dar ese golpe en la mesa, tan deseado, y una oportunidad para cerrar de forma brillante una buena temporada. ¡VAMOS ZARAGOZA!!!!!!!!!!

Por Ron Peter

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