Con mando en plaza | La Lupa

Espanyol 1 – 2 Real Zaragoza

En noviembre de 1842, una pequeña refriega en Barcelona entre unos trabajadores que regresaban de una excursión dominguera y los guardias de los consumos, que querían cobrar la tasa por el vino que llevaban, fue explotada por los extremistas republicanos catalanes, que luchaban contra el gobierno por los problemas económicos y sociales derivados de la caída de la producción de la industria textil, para organizar una sublevación contra el Gobierno del regente Baldomero Espartero. Éste, en vez de utilizar el diálogo y buscar un posible acuerdo con los progresistas respetables, asedió y bombardeó Barcelona desde Montjuic, tratando a sus ciudadanos como colectivamente culpables y produciendo un sentimiento de indignación enorme. Se puede decir que el “matar moscas a cañonazos”, solución “esparteriana” fue el comienzo del fin de su regencia, porque en julio de 1843 fue depuesto por el General Narváez. El Real Zaragoza bombardeó ayer Montjuic, pero no con lo propio, las bombas, sino con goles y buen juego.

Desde el primer minuto se pudo ver a un Real Zaragoza perfectamente asentado y con mucho peligro en sus ataques. El Español tenía la importantísima baja de Iván de la Peña; sin el cántabro es un conjunto animoso y peleón, pero que corre como un pollo sin cabeza, a la espera de alguna genialidad del antiguo gafe zaragocista, Raúl Tamudo. Únicamente a balón parado y por alto podía ocasionar algún trastorno a la defensa zaragocista, mientras Sergio García en dos ocasiones y Diego Milito en otra tuvieron oportunidades para definir el marcador a nuestro favor.

La segunda parte comenzó con el mismo cariz futbolístico pero con el matiz importante de la aparición de la justicia, con el fenomenal gol de Sergio García. Ernesto Valverde entendió que echando más madera al fuego podría revertir el resultado, y envió a Pandiani para que se fajase con nuestros defensas, y ese movimiento descolocó a Víctor, que no supo apagar el ardor atacante españolista a partir del minuto 20 de la segunda parte, aunque también influyó el excesivo bajón físico maño. Ewerthon pudo sentenciar el partido con una oportunidad clarísima, pero lo que sucedió fue que el acoso y derribo con más corazón que cabeza de los españolistas obtuvo el injusto premio del gol de Luís García. Pero para el final llega lo mejor: acto seguido de ese gol y mientras lo celebraban incrédulos el autor y sus compinches, llega Óscar, le mete un balón largo a Ewerthon y éste le da el pase de la muerte a Sergio, que sentencia el partido con una victoria justa. Alegría inmensa, una demostración de poder atacante entre el desplome físico.

Tres semanas atrás, después del deplorable partido del equipo en el Santiago Bernabeu, me mostré muy pesimista por las posibilidades zaragocistas en esta liga, por su nula actitud competitiva contra el depauperado Real Madrid. Tras el partido de Montjuic las expectativas se reabren, porque sacando fuerzas de flaqueza y una ambición descomunal se ganó un decisivo partido, que otros hubiesen preferido dejarlo en unas tablas para llenar granito a granito la alforja clasificatoria. Éste es el Real Zaragoza que queremos ver los aficionados, ambicioso, goleador pero también ordenado en su trabajo defensivo. En definitiva, ilusionante.

Óscar y Movilla: gran partido de ambos jugadores. No son precisamente mis jugadores favoritos, pero demostraron que aún son muy válidos para esta plantilla, perfecto repuesto de una baja tan señalada como la de Aimar en el caso de Óscar, y el madrileño, a falta de un mediocentro más fuerte y llegador, está cumpliendo mejor su labor de lo que piensa la opinión general del zaragocismo. La temporada se hace eterna y es mejor superarla con una plantilla motivada y capacitada para que se haga más corta por los éxitos conseguidos.

Por Jeremy North

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