Genios domésticos | La Lupa

Real Zaragoza 1 – 0 Villarreal

En la mitología clásica Romana, heredada en su gran mayoría de la tradición Helénica, existen unos curiosos personajes, entre divinos y espirituales, cuyo autóctono culto tiene un origen ancestral y desconocido. Son los penates o lares, los genios del hogar. Toda domus romana, grande o pequeña, rica o desfavorecida, les consagraba un pequeño altar, el lar, en el que se rendía culto a estos genios domésticos para rogarles protección y consejo en el devenir de la vida cotidiana.

Y es que desde siempre, la protección del hogar ha sido una constante en la historia de la humanidad y miles de años después, así sigue siendo, incluso en un divertimento tan pagano cómo el fútbol. No pasa semana sin que se oigan los comentarios que reclaman la conversión del propio feudo en un fortín, la necesidad de amarrar los puntos en casa para poder aspirar a la consecución de los exitosos objetivos fijados… Todo pasa por ganar en casa, y sin eso, todo lo demás se antoja improbable cuando no imposible.

Por eso el partido ante el Villarreal era fundamental, una vez más en este agotador y dulce estrés en el que estamos sumidos esta temporada, para dar un paso más que nos permita afianzarnos en el difícil equilibrio que supone la huida de los perseguidores y mantener la vista puesta en las debilidades de los predecesores, manteniéndonos listos para asestarles el golpe de gracia en el momento adecuado y definitivo.

Y quizá esa necesidad perentoria, esa ansiedad por mantener el equilibrio, empieza a restarle importancia a otros factores que antaño desequilibraban absolutamente la balanza y ahora parecen quedar en un segundo plano. Es más frecuente el deseo, la necesidad de ganar cómo sea (por lo civil o por lo criminal) que la preocupación por la estética de la victoria. El partido fue bonito, pero fue más agónico que brillante. Se crearon oportunidades y se ató bien al rival, pero costaba definir, y los nervios y la necesidad de amarrar los puntos, no son buenos consejeros.

Nos tocó vivir un partido enervante y difícil, más por lo incierto del resultado que por los merecimientos de un rival apagado y conformista, pero el Real Zaragoza fue justo vencedor del encuentro, rompiendo uno de los tópicos más arraigados que avisa de que demasiado perdón es preludio de derrota. Y perdonar, se perdonó y mucho. La rémora de la dificultad anotadora sigue acompañándonos semana tras semana y aun con el esfuerzo y la gran cantidad de oportunidades claras, aun con la evidencia de que un resultado distinto de la victoria local hubiera sido injusto e inmerecido, el terror a perder los tres puntos, la sensación de que el empate volvía a planear La Romareda estuvo presente durante un largo y tenso segundo tiempo en el que el fútbol perdió calidad y el dominio alterno dejó el partido demasiado abierto para los corazones débiles…

Uno, muy dado a ciertos excesos mitómanos, no puede evitar rendir pleitesía a dos estrellas que, no por conocidas, dejaron de maravillar a la grada del vetusto estadio zaragozano. El triunfo se basó en dos colosos, que brillaron con esplendor entre los veintidós contendientes. Un Mariscal con mando en plaza que cada día que pasa demuestra que está a un nivel extraordinario y que es uno de los mejores zagueros del mundo, elegante y poderoso, con perfecta visión de juego, que lo hace casi todo bien. Vale su peso en oro y espero que lo tengamos todos muy claro el día que algún enamorado de su arte llame a nuestra puerta para preguntar cuánto vale. El otro, un joven canterano que es la joya de la corona zaragocista y que por su saber hacer y su compromiso se echa partido tras partido a la espalda el manejo y mantenimiento de todo el centrocampo zaragocista: Gaby Milito y Alberto Zapater, artífices y protagonistas de la consecución de tres importantísimos puntos que mantienen vivo nuestro sueño de grandeza.

No podemos evitar mirar al futuro con enorme optimismo. Este equipo se lo está creyendo y esta afición empieza a paladear el dulce sabor del éxito. Bendito estrés, bendita necesidad de ganar para seguir enganchado a Europa. Todo está cambiando, o mejor dicho todo ha cambiado ya. Tenemos jugadores sensacionales, brillantes y comprometidos con este proyecto y nos siguen faltando otros, por supuesto. Pero creo que eso lo tenemos claro todos y en primer lugar la directiva y el cuerpo técnico. Porque además, cualquier refuerzo que venga debe venir a mejorar lo que hay y lo que tenemos es bueno, así que bienvenida sea la catarsis que todos ansiamos que nos convierta de una vez por todas en firme y constante aspirante a las plazas nobles de la liga.

Sólo un temeroso ruego: Que no nos devore la grandeza y no nos creamos poseedores del éxito, por que aún debe costarnos muchos nervios, mucho esfuerzo y mucha intranquilidad, alcanzar algo con lo que todos soñamos desde hace muchos, muchos años. Pero esos nervios y ese esfuerzo debemos afrontarlos todos unidos, porque este no es el sueño y el trabajo que le corresponde a Víctor, Pardeza o Agapito, es el sueño de toda una afición, de un montón de ilusiones y anhelos… Así que, ya se sabe, todos a una… como Fuenteovejuna.

Por Gualterio Malatesta

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