El mundo de las ideas | La Lupa

Real Zaragoza 0 – 0 Recreativo

En el VII libro de La República, Platón realiza una alegórica descripción de cómo los hombres conocen la realidad. Afirma que los seres humanos permanecen encadenados en una oscura gruta y que lo que ellos creen real es tan sólo el reflejo, la sombra proyectada sobre la pared de la cueva de las cosas verdaderas que permanecen fuera de la caverna y muy lejos del alcance de nuestra vista y nuestro conocimiento.

Ese mundo de las ideas, esa realidad tan inalcanzable, se llama Champions y una buena parte de la afición zaragocista había pensado que su reflejo era una realidad y apenas iba a suponer esfuerzo alcanzarla. Pero a fuerza de ser veraces la gran competición del viejo continente se muestra cómo un objetivo de extrema dificultad y hoy por hoy prácticamente inalcanzable, aunque reconocerlo provoque decepción y enfado a partes iguales, aunque nos divida por enésima vez en optimistas y agoreros.

Y ojo, la lectura no es necesariamente mala, cómo podría interpretarse de quedarnos sólo con la idea de que de cuartos hemos pasado a sextos y vamos poco a poco perdiendo contacto con la cabeza, si nos tranquilizamos y vemos nuestra realidad. Sobre todo en comparación con el lastre que nos ha acompañado durante muchos años. Pero dar un salto tan largo en tan poco espacio de tiempo es improbable, cuándo no imposible.

Y es que en el fútbol actual la calidad ha cedido demasiado espacio a la fuerza y un planteamiento cómo el de Víctor el pasado domingo, a priori cargado de técnica, pero muy escaso de potencia, combinado con un rival “amarrategui” con poco interés en ofrecer un buen espectáculo, prologaba una conclusión, cómo mínimo, inquietante.

El centro del campo del Real Zaragoza se cargó hasta el exceso de jugones que, faltos de espacio, se estorbaban y ralentizaban la circulación del balón. La genialidad de Aimar estaba constreñida entre el desesperantemente lento “retoqueteo” de un apagadísimo D’Alessandro, la insubstancialidad de un Movilla que ya no aporta nada a este equipo y la inmadurez futbolística de un flojo Longás, un jugador de calidad en una jungla en la que tan sólo triunfan los jugadores con poderoso físico o los técnicamente soberbios. Y el canterano, nos vendan lo que nos vendan, ni es aún técnicamente soberbio, ni tiene la fuerza necesaria como para ser el manijero titular de un primera con aspiraciones.

Y a las pruebas me remito. Sólo cuándo Víctor desahogó el espacio en el centro dando entrada a Lafita y a Celades, brilló Aimar. Asistió, corrió, tiró y luchó hasta la extenuación… quizá el cambio debió de llegar antes. El argentino es un jugador excepcional, un jugador genial. Pero, y probablemente ese sea el principal problema que nos aleja de los sueños de Champions, tenemos un buen plantel titular pero no tenemos banquillo cómo para aspirar a la grandeza. Y eso es tan evidente que indignarse por ello es negarse a ver la realidad y lo que es peor, no apreciar los grandes avances que ha hecho este equipo en poco tiempo, avances que nos sitúan aún en competiciones europeas, esos puestos que hasta hace unos meses nos estaban absolutamente vedados. Regocijémonos por ello y no nos enrabietemos por perder el órdago que supone pasar del decimocuarto a la Champions en pocos meses.

Es evidente que el Real Zaragoza puso el empeño, pero nuestro idilio con el gol hace algún tiempo que agoniza, antes era impensable un cero a cero cuándo uno de los contendientes era nuestro equipo, y el esfuerzo sin acierto o los aciertos de los cancerberos permitieron un final neutro alejado de la felicidad o la tragedia que, por momentos, sobrevolaron La Romareda. Pero seamos serios. Pudo ser mejor, claro que sí, pero también pudo ser mucho peor, por muy injusto que pudiera parecernos. Cómo en un buen matrimonio, el fútbol es cosa de dos y cuando uno no quiere, es difícil que las cosas funcionen. El Recre vino a lo que vino, a secuestrar un punto y pretender los tres con la vieja fórmula del cerrojo y contraataque y a punto estuvo de lograrlo.

No quisiera parecer conformista, pero el resultado, lejos de ser bueno, no es tan malo. Este punto nos mantiene a la cabeza del pelotón de los aspirantes a la UEFA y hace que siga disipándose nuestro sueño de grandeza. Que cada uno se quede con la parte que le apetezca. Pero yo quiero ser optimista y me siento legitimado para serlo. Echando la vista atrás, nuestra situación es buena y además creo que el trabajo se está haciendo bien. El presente y el futuro. Todos tenemos claro que este equipo tiene carencias, pero también tiene cosas muy buenas y una de ellas, nada desdeñable, es que este equipo puede mejorar con algunos refuerzos y con más experiencia. Los refuerzos van llegando y se siguen anunciando. Refuerzos de verdad y no rellenos. La experiencia nos dará carácter y nos convertirá en ganadores.

Y quizá, sólo quizá, esa mejoría nos lleve un día a poder alcanzar esa preciosa idea cuyo reflejo hemos estado creyendo nuestro. ¿Por qué no? Permanezcamos realistas pero pidamos lo imposible.

Por Gualterio Malatesta

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