Un objetivo, un sueño | La Lupa

Betis 1 – 1 Real Zaragoza

El esfuerzo, la superación, el orgullo personal: son temas habituales en las películas americanas de “buen corazón”. En enero de este año se estrenó “En busca de la felicidad”, una bonita historia situada en los años 80´ en la América de Reagan, sobre un “pringao” interpretado por Will Smith, que con un trabajo de vendedor escasamente mantenía a su mujer, que luego le abandona, y a su hijo. Su sueño era conseguir un empleo como agente de bolsa, aprovechando que poseía una rara habilidad para los números, y tras superar mil y una vicisitudes, a cuál más desgraciada, y un durísimo proceso de selección en la empresa Dean Witter, consigue ese empleo y con el paso de los años se convierte en propietario de una agencia bursátil. La meritocracia y los buenos sentimientos triunfan, el que quiere algo y se propone conseguirlo con la mayor de sus fuerzas al final recibe su premio. El Real Zaragoza parece que quiere conseguir algo grande, la Champions, pero se queda en el propósito, no se entrega completamente a su objetivo final.

El Betis no guarda muchos recuerdos de su lánguida etapa con Irureta; Luís Fernández, un portento de virilidad futbolística, ha construido en poco tiempo un conjunto rocoso y disciplinado, que resulta difícil de batir, pero en ocasiones se excede en su afán controlador. . El técnico de Tarifa montó un trivote en el centro del campo, que asfixió su fuerza ofensiva y en cambio no neutralizó el juego zaragocista, mucho más vertical y elaborado en la primera parte. El golazo de Diego Milito fue un justó premio al dominio inicial del Real Zaragoza y debió convertirse en el comienzo de una gran victoria, pero no fue así. En un partido controlado los errores individuales deben evitarse, pero Juanfrán no entendió bien ese mensaje y cometió en una acción de máxima negligencia, un penalti innecesario sobre Juanito, que significó el empate bético. Una lástima que la superioridad de nuestro equipo no se viera plasmada con un resultado positivo en el entreacto.

La aparición del brasileño Edu en la segunda parte modificó el escenario futbolístico, porque volvió loco a Chus Herrero, perjudicado por las escasas ayudas defensivas de D´Alessandro, y de sus botas surgieron las oportunidades de los sevillanos. Además, por enésima vez en esta temporada, el centro del campo rival fue más poderoso que el zaragocista, con un Celades inexistente y un Zapater fallón, y el dominio pasó a ejercerlo sin remilgos el Betis. Afortunadamente la solidez del centro de la defensa y de un acertado César Sánchez fueron suficientes para mantener a raya a los atacantes béticos, pero hubiera resultado más conveniente que esa consistencia partiese de la zona central del campo. El empate final puede considerarse adecuado a los méritos de los dos equipos, pero siempre nos quedará la duda de que podría haber sucedido si de las mentes de los jugadores zaragocistas desapareciese el miedo a las alturas y acudiesen sin disimulo a la cita con los primeros puestos.

En esta liga de los errores es importante “estar” arriba, sin perder comba, pero es vital dar un golpe en la mesa, en forma de varios partidos seguidos ganando, para que los rivales sean conscientes de que vas en serio y que no se especula con las rentas ganadas al comienzo. El Real Zaragoza tiene una oportunidad única para alcanzar la Champions, pero desgraciadamente sus jugadores y cuerpo técnico lo tienen más como sueño que como objetivo.

Es evidente que el proyecto de Iglesias y Bandres resulta de lo más ilusionante para nosotros, los sufridos zaragocistas y que quizás esté resultando prematuro para una plantilla inconsistente en algunos puestos este éxito inicial, pero el tren de la Champions está pasando constantemente por nuestra estación en esta temporada y no estaría nada mal, ya que lo tenemos tan cerca, subirnos a él, y si podemos quedarnos, mejor.

Por Jeremy North

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