Don erre que erre | La Lupa

Nàstic 0 – 0 Real Zaragoza

Paco Martínez Soria, el actor cómico aragonés más conocido de todos los tiempos, fue durante dos décadas el ejemplo que el régimen franquista quería trasladar desde las pantallas de cine del auténtico español: honrado a carta cabal, sincero como la copa de un pino, familiar y de trayectoria recta. El éxito en las taquillas de sus películas estaba garantizado y también está en la actualidad, con las múltiples revisionados que reciben en “Cine de Barrio”, o en canales de cable como “Somos” o “Telecorazón”. Uno de sus bombazos fue “Don erre que erre”: en esta película Martínez Soria interpretaba a Don Rodrigo, una persona de ideas fijas que no para hasta conseguir todo aquello que se propone. Un día se acerca a las oficinas del Banco Universal pero se produce un atraco y las 257 pesetas que Don Rodrigo estaba retirando en ese momento son robadas. El todopoderoso Banco se niega a devolverle a Don Rodrigo esa pequeña cantidad de dinero, pero éste no parará hasta conseguirlo. Marcelino García Toral parece seguir la máxima de este señor, lo que no sabemos es si conseguirá el objetivo.

El partido de Tarragona fue exactamente igual a los que estamos viendo en esta horripilante temporada: un equipo contrario bien armado y presionante, que no deja jugar a nuestros medioscentros, que juega retrasado y que su ataque se basa en el gorrazo desde la retaguardia a los punta, con especial atención a los rechaces y a las segundas jugadas. Nada de elaboración, por supuesto, eso se lo dejamos para el Real Zaragoza, que se supone que es el equipo de primera división que está en segunda por designio divino. ¿Y qué pasa con los nuestros?, que eso de la elaboración no lo tienen muy asimilado, los conceptos en ese ámbito están muy verdes o más bien, ni se han enseñado. Por ello tuvimos que comernos o mejor, que tragarnos visualmente otro pestiño de partido, con una primera parte insulsa y una segunda algo mejor, con el equipo zaragocista más ambicioso con la entrada de Caffa, pero con unos delanteros negados ante el gol, lo que es una pésima noticia. Al final el empate lógico a cero, cuando un equipo no quiere jugar a fútbol y se limita a impedir que lo haga el otro, y nuestro Real Zaragoza con su habitual quiero y no puedo.

Es cierto que hubo mejoras en algunos aspectos puntuales e importantes: la defensa, excepto por un extraño Paredes, se mostró muy firme y con la entrada de Gabi mejoró muchísimo el centro del campo, lo que puede ser vital para próximos partidos. Pero los errores de concepto atacante siguen su curso desgraciadamente normal y no se ve que el mister tenga interés por evitarlos. Si los medioscentros sufren en la creación y se ven superados por la presión rival, entonces se busca el pelotazo de los defensas y resulta que nuestros delanteros no son precisamente del estilo “tanque”, como Moisés García León y otros muchos de la segunda, y no pueden con la superioridad física de los centrales del rival. O lo que es lo mismo, balones tirados a la basura futbolística.

Marcelino tiene un libro de estilo perfecto para los equipos modestos de primera división; mucha presión, agobio al rival, obsesión por el robo de balón y una vez conseguido el esférico, que corra rápido a los atacantes. Así ha triunfado en equipos de primera que no tenían otro objetivo que mantenerse en la categoría, y si descendían tampoco pasaba nada. El Real Zaragoza es otra historia, tanto por su “historia” como por la categoría en la que desgraciadamente se encuentra. Ese “best seller” táctico en primera pierde toda su eficacia cuando eres el entrenador del equipo a batir por el resto y que juegan con las mismas armas que pretendía imponer Marcelino al Real Zaragoza. Y nos encontramos en que no robamos balones, porque los contrarios tienen el centro del campo para defender y no para crear, que no se juega rápido y que no existe coordinación alguna entre medioscentros y atacantes. Los partidos se atascan y se hace imposible ganar. No se gana y por lo tanto no se va a subir a primera división, objetivo y exigencia absoluta. Fracaso total.

Esperemos que Marcelino García Toral perciba de una vez que ya no está en el típico equipo modesto, que el Real Zaragoza es el “coco” de segunda división, por su multimillonario presupuesto, y por lo tanto debe empezar ya a obtener resultados positivos, que se deje de declaraciones rimbombantes (que tanto están gustando a un sector amplio del zaragocismo, deseoso de que triunfe él y achaque los errores a otros) y trabaje bien para conseguir ese ascenso.

Por Jeremy North

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