Hubo tiempos mejores | La Lupa

Real Zaragoza 3 – 0 Celta

30 de junio de 2001, Sevilla, Estadio de la Cartuja, Final de la Copa de su Majestad el Rey. A la capital andaluza nos trasladamos 11.000 zaragocistas para seguir las andanzas de nuestro equipo, dispuesto a acudir a su gran cita como víctima del todopoderoso Celta de Vigo, del apuesto Víctor Fernández y con Karpin, Mostovoi, Gustavo López y Catanha como estrellas del equipo de moda de la temporada. El Real Zaragoza acababa de salvar la categoría, en gran parte por la magnanimidad del propio Celta, y estaba en los huesos futbolísticos, pero el fútbol de vez en cuando depara alegrías para los menesterosos y conseguimos la 5ª Copa del Rey, con la felicidad indescriptible de los aficionados zaragocistas, que bailábamos entregados el “Yo quiero bailar” de Sonia y Selena, el éxito de entonces.

Los tiempos han cambiado y para muy mal. El Celta se ha convertido en un flojo retal de segunda división, que se desploma al más leve soplido y es un grotesco caricato del pujante equipo vigués de finales de los 90, comienzos de este siglo. Del Real Zaragoza aún nos estamos preguntando qué pinta en el infierno éste de la Liga Adelante.

El partido del sábado fue un tostón. El Celta sólo existió porque aparentemente salieron de cuerpo entero a jugar, de sus cualidades futbolísticas no supimos nada. Los dos goles tempraneros de Ewerthon y Jorge López, tras sendas asistencias de Ander Herrera, acabaron con la posible historia de un enfrentamiento entre dos equipos con nombre de primera y vida de segunda. La segunda parte fue aburridísima, tanto que muchos hubiésemos deseado que nos pusieran una pantalla de televisión en nuestras localidades, para emocionarnos con la enésima prueba superada del coloso Rafa Nadal ante el cachondo y genial Djokovic. El gol postrer de Vicente Pascual fue celebrado tanto por despertarnos del letargo como por ser un premio al tesón y a la lucha del joven jugador de la cantera, muy desafortunado con las lesiones.

Este equipo transmite seguridad y confianza. Las victorias en casa no son como las de la primera vuelta, conseguidas por el acierto de los delanteros y no como consecuencia de un trabajo global acertado. Ahora la labor defensiva del conjunto es completa, desde la presión de Arizmendi, la capacidad de recuperación de balón de Ponzio y la seguridad ¡por fin! de la línea defensiva, con Ayala ejerciendo de “cacique del área”. Se domina el tiempo de los partidos, ya no son un carrusel, en el que podía caer un gol en contra por cualquier fallo o falta de concentración. Buenas noticias desde el césped.

Y condenadamente malas con los rivales. Estoy agotado de comprobar como a pesar del esfuerzo descomunal de nuestro equipo para obtener el ascenso, éste sigue enormemente difícil, por lo acertados que están también Hércules y Rayo Vallecano. Parece increíble el nivel de aciertos que están teniendo ambos, que con muy poco golean a los rivales y nos meten el terror en el cuerpo más que George A. Romero con “La noche de los muertos vivientes”.

Primas a terceros: Agapito Iglesias debe comprar unos cuantos maletines de piel, llenarlos de billetes y mandarlos esta semana para Huesca, Elche y adonde sea a la siguiente. El ascenso es el objetivo único y al máximo accionista no le deben doler prendas en “soltar la pasta” para incentivar la victoria de los rivales de Hércules y Rayo. No debemos ni ser primos ni sobrinos, los alicantinos ya están hace tiempo con los maletines en ristre y hay que ganar por todos los medios el partido subterráneo que todas las temporadas se juega en segunda división. Agapito, a soltarlas y ya.

Por Ron Peter

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