Un caprichoso banderín | La Lupa
Real Zaragoza 1 – 1 Tenerife
Decía Don Eduardo González, paradigma viviente de la contundencia verbal en el mundo de la radiofonía deportiva que “En fútbol todo está en función de los resultados”. El aforismo sigue teniendo vigencia hoy en día, aunque sea a veces desesperante fiar todo a un guarismo numérico establecido no siempre por la justicia de los hechos, siendo por desgracia a veces, fruto de circunstancias aleatorias o de ineptas decisiones, cuando no tácitamente interesadas o ladinas. Siguiendo en esta línea, la redacción de un informe, de un análisis o de una conclusión, queda supeditado de forma tajante al resultado final. No hay más. Así, aunque el Real Zaragoza marcase un gol más que el contrario, el resultado final fue un empate.
La solución de esta paradoja está en la impericia o la disfunción moral del equipo arbitral, que váyase Usted a saber a estas alturas, como andan las cosas por esas cocinas asquerosas de la federación. Y es que asco es lo que produce, no ya lo de hoy, que sólo son dos puntos que te quitan para dárselos a un rival directo, cediéndole gentilmente una sólida cuerda para lograr el ascenso a nuestra costa, no. Tampoco son los otros partidos que ha habido, contra rivales directos o indirectos este mismo año. No, es toda una sucesión histórica de injusticias y menosprecios a los que ahora además, hemos de añadir la guinda final del remate burlesco, puesto que si desde siempre la gente ha aceptado como hecho consuetudinario, es decir, por costumbre, la humillación impuesta por los arbitrajes contra equipos grandes como Barcelona y Real Madrid, ahora, que estamos en una categoría en la que somos uno de los equipos grandes, no solo NO gozamos de esas prebendas, sino que seguimos siendo objeto de hazmerreír.
Por otro lado, hay quien dirá que el resultado fue justo por lo visto en el terreno de juego. Sí, pero. Sí, pero. Sí, pero. Si el gol de Ewerthon hubiera sido registrado oficialmente, por mucho que hubiese alternativas en el dominio de juego, por mucho que el Tenerife fuese el equipo que mejor ha jugado al fútbol en La Romareda, que más empaque ha mostrado (junto con Hércules y Rayo a ratos), estaríamos diciendo ahora que el Real Zaragoza jugó a lo suyo, le llegó pronto la fortuna del gol, y supo nadar y guardar la ropa, jugando reservón cuando hizo falta, cediendo inteligentemente el control del partido y, ante el empate del Tenerife a cargo de un gran delantero Nino, supo mover sus recursos, y servirse de “la flecha” para ganar el partido, durmiendo el juego y aburriendo al rival hasta el final del partido. Este hubiera sido el auténtico resumen del partido en el caso, repito, de que todos los goles legales hubieran sido registrados como tales y no dejados al albur del capricho de un banderín y un juez de cuchufleta.
En cambio, tenemos que hablar quienes escribimos sobre el partido, de que vimos un Zaragoza a quien el gol tempranero sentó mal, de que poco a poco se durmió, siendo sometido por un rival superior, por un buen equipo, que logró su gol, y puso en apuros ocasionales a nuestros defensas. Que nuestro centro del campo no dominó y que tan solo llegamos para marcar un gol –que sí, pero que fue anulado, que no fue gol, que nooooo- y dos o tres veces más, que se perdió una gran ocasión para recortar a los dos de cabeza y aumentar nuestras opciones de ascenso, por no decir además que el equipo mostró miedo a la responsabilidad e impotencia a la hora de matar. Total, solo empatamos.
Pueden quedarse con cualquiera de las versiones. Yo tengo la mía, que no quiero que dependa de ningún inútil. Pero lo cierto es que seguimos a cuatro puntos del segundo, y terceros gracias a los pinchazos de los perseguidores –que no siempre iban a tener el día-. La próxima parada es Huesca, donde más allá de connotaciones festivas, o de artificial confraternización, habrá que ir a buscar los tres puntos. Que al final es lo que importa: el resultado, que es aquello en función de lo cual está, en el fútbol profesional, todo, absolutamente todo.
Por Ron Peter
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