Vergüenza | La Lupa

Córdoba 1 – 0 Real Zaragoza

Vergüenza: del latín verecundia. Sustantivo femenino. Turbación del ánimo que suele encender el color del rostro, ocasionada por una falta cometida o por una acción deshonrosa y humillante, propia o ajena. Encogimiento o cortedad para realizar algo. Deshonra, deshonor. 

Ese es el resumen más certero del partido (por llamarlo de algún modo) que el Real Zaragoza perpetró el sábado en Córdoba. Vergüenza ajena y propia, humillación, insulto a nuestra paciencia, mazazo a nuestra moral. Una broma de mal gusto. Y no hay nada más que comentar, no hay nada más que decir. Porque el Real Zaragoza no jugó al fútbol en Córdoba. Dimos una imagen penosa, muy alejada de la que se supone que debe ser la de un serio candidato al ascenso y ya no sólo eso, sino antagónica a la que debe ser la imagen de un equipo de fútbol serio. Sin tirar a puerta, sin lucha, sin entrega, sin concentración y sin voluntad de sacar algo positivo, lo mejor que nos puede pasar es que el rival no acierte y empatemos a cero. Y el sábado no sonó la flauta, porque el rival acertó.

Y esta vez no hay excusas. Ni el árbitro, ni el buen juego del rival. A mí me pareció que el Real Zaragoza no jugó a nada. Ya no tengo claro si no quieren, no pueden o no saben. Esa supuesta superioridad de la plantilla blanquilla es mentira, esa supuesta calidad individual de nuestros jugadores es un cuento chino. La semana pasada asistimos a uno de los peores partidos de fútbol que he tenido la desgracia de ver en mi vida, pero este pozo no tiene fondo. Creía que iba a ser imposible ver algo peor, pero el sábado en Córdoba, lo consiguieron.

En esta vida todo tiene un límite y éste grupo de supuestos jugadores de fútbol y presuntos técnicos, está empezando a rebasarlo. El Real Zaragoza, cómo suele hacer en casi todos sus partidos lejos de La Romareda destrozó el balompié en un lamentable espectáculo de desidia y mala praxis y nos demostró una vez más que el equipo y todo su entorno es sólo una gran mentira, un proyecto engañoso, un supuesto gigante con pies de barro que está en puestos de ascenso única y exclusivamente porque la segunda división es una categoría de tan ínfimo nivel que, en una carambola de surrealismo, podría incluso habernos puesto líderes de la misma si el Huesca hubiera ganado dos a cero al Jerez. Y eso, después de la lamentable exhibición de mal gusto que tuvimos que soportar en el estadio cordobés hubiera sido la culminación del esperpento que hubiera firmado Valle Inclán o el delirante estilo paranoico crítico de Salvador Dalí.

Muchos nos hemos agarrado a Marcelino cómo el clavo ardiendo que nos mantiene vivos en está agonía que representa el deseo de ascender pronto para poder huir de esta fosa séptica balompédica que representa la liga adelante, pero ese clavo ardiendo está demostrándose insuficiente, porque lo de ayer es responsabilidad directa de una alineación rocambolesca en la que dejamos en el banquillo a lo único relativamente decente de la plantilla para dar cabida en el once titular a jugadores que ni son, ni están, ni podemos tomárnoslos en serio. Siento sinceramente tener que decir esto, porque son jugadores de mi equipo, pero con jugadores como Arizmendi, Braulio o Pignol, por poner los ejemplos más evidentes, no vamos a ninguna parte, porque no tienen la categoría suficiente para ser de esta partida. Lo puedo decir más alto, pero no sé decirlo más claro.

Y este ejemplo es sólo la punta del iceberg, porque ha llegado el momento de sincerarse y de hacernos las preguntas incómodas que en nuestro autoengaño piadoso, estamos esquivando temerosamente.

¿De verdad se creía Marcelino que con su estilo de juego de presión y contraataque iba a poder entrenar al gallito de segunda división, aquel contra el que todo el mundo juega hipermotivado, aquel al que todo el mundo cede el balón, aquel contra el que nadie sale a jugar, sino a destruir? ¿Es que no se da cuenta de que si no cambiamos de estilo de juego fuera de casa estamos siendo un auténtico hazmerreír, al que cualquier equipo por malo que sea, baila y vapulea con pasmosa facilidad?

¿Tan difícil es de entender que la segunda división precisa de esfuerzo, entrega y concentración los 90 minutos de partido y que esa supuesta calidad del Real Zaragoza no basta para ascender?

¿En serio es lógico gastar 4 millones de euros en Arizmendi? ¿De verdad es mejor Arizmendi que Lafita? ¿Pero tan malo es Paredes que debe jugar en el lateral izquierdo Pignol? ¿Pretenden hacerme creer que es peor jugador Goni que Pulido o Pavón y por eso fue necesario traerlos a base de sueldos estratosféricos?

Tengo la sensación de que nuestro excelentemente remunerado técnico es otro creador, otro teórico, otro filósofo del fútbol que no se ha enterado de que ya está todo inventado. Otro artista del surrealismo que empieza a diseñar su entramado de excusas con declaraciones altisonantes y más duras en la forma que en el fondo. Hablar es gratis, pero hemos llegado a un punto en el que ya no valen los discursos, sino los hechos. ¿Alguien puede asegurarme que Manolo Villanova no estaría haciendo lo mismo que el entrenador mejor pagado del fútbol español y probablemente sin tanta medianía multimillonaria de la que Marcelino ha llenado la plantilla?

Me canso. Esto es agotador, indignante y vergonzoso. Esto ni es fútbol, ni es serio, ni merece la pena. Podrán poner excusas, hacer propósito de enmienda, podrán poner paños calientes y decir que seguimos en puestos de ascenso, pero sólo será un escalón más de esta tomadura de pelo. Cómo diría ese gran filósofo llamado Homer Simpson, me abuuuuuuuuuuuurroooooo.

Por Gualterio Malatesta

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