Calidad Vs. Coraje | La Lupa

Real Zaragoza 1 – 2 Valladolid

No queda sino quitarse el sombrero y disfrutar con la selección española de baloncesto que ayer, por primera vez en nuestra historia y después de unos cuántos intentos fallidos, consiguió proclamarse con gran brillantez y merecimiento campeona de Europa. Guste o no el baloncesto, ver jugar a esta generación de estrellas es una auténtica gozada, porque, aunque no empezó bien la andadura por el campeonato y de hecho estuvo contra las cuerdas en más de una ocasión, supo rehacerse y a base de esfuerzo, compromiso, tesón y una extraordinaria calidad ha llegado el triunfo final con aplastante superioridad y con un juego espectacular que ha terminando postrando a los pies de los nuestros el baloncesto europeo.

Y precisamente esa es la clave. La combinación adecuada de factores, que digan lo que digan las supuestas ciencias exactas sí que altera el producto. Con el esfuerzo, el coraje y el compromiso se pueden lograr éxitos concretos y vivir grandes momentos, aquellos que permanecen en el imaginario popular y suelen ser calificados cómo épicos e inolvidables, las galaxias que estallan bajo el cielo de la ciudad condal son un buen ejemplo. La otra opción del desequilibrio es mucho más habitual, la de los grandes conjuntos tan plagados de virtuosismo que prácticamente sin esfuerzo, casi sin intención, acaban arrasando al rival por aplastamiento, por una superioridad tan manifiesta que acaba decidiendo los enfrentamientos a poco que el rival deje de emplearse al doscientos por cien…

La experiencia acaba demostrando que, a la larga, en el trofeo de la regularidad y tras muchos encuentros, la calidad es, probablemente, más importante que el esfuerzo, la entrega y el compromiso o si se prefiere, que el empeño, por si sólo, no basta para triunfar. Al final de una liga los equipos con plantillas más modestas, salvo honrosas excepciones que por su propia naturaleza suelen denominarse “revelación”, habitualmente acaban en los últimos puestos de la tabla, mientras que las mejores plantillas siempre acaban entre los primeros puestos de la misma. Y eso no es una casualidad.

El Real Zaragoza que jugó el domingo ante el Valladolid es la triste caricatura de un equipo de fútbol con una gravísima descompensación por líneas y una falta de fortaleza y pegada tremendamente preocupante. Es “bis repetita”, más de lo mismo, otro escalón de la escalera que desciende a los infiernos del fútbol. Pero que nadie se eche las manos a la cabeza o se haga el sorprendido, porque silbar y mirar para otro lado no soluciona los problemas, sólo los ignora, porque cerrar los ojos a la realidad y construir castillos en el aire no es garantía de éxito ni da derecho a quejarse cuando se desmoronan. El papel, las palabras lo aguantan todo y podemos pegarnos la vida repitiendo que tenemos o que vamos a configurar una buena plantilla con calidad contrastada y con garantía para afrontar la exigente competición de la primera división del fútbol español, que cuándo las cosas se hacen mal, en el 99% de los casos, acaban mal. Pero claro fieles a la dulce costumbre de este equipo las declaraciones altisonantes, las promesas al aire y los brindis al sol, nunca pasan factura y los artífices de este sainete tragicómico siempre quedan indemnes para seguir perpetrando tropelías.

La cada día más nutrida directiva del Real Zaragoza se harta de pedir tranquilidad, nos vende una vez tras otra el proyecto, la reorganización, el resurgir del ave fénix y una vez tras otra sus declaraciones resultan vacuas, alejadas de la verdad y de la realidad. Y aquí no pasa nada y si pasa, se le saluda.

Pero esta vez, casi por sorpresa, la grada ha estallado casi antes de empezar, porque no es el comienzo, sino la culminación de este despropósito vergonzante. La pitada del pasado domingo es la muestra más que evidente de que no se puede hacer borrón y cuenta nueva, de que la afición blanquilla está más que harta de tanta tontería, de tanto ilusorio tejemaneje y de tanta prestidigitación verbal.

La Directiva del Real Zaragoza ha tenido todo el verano para solucionar el problema que TODOS veíamos, pero, una vez más no han hecho bien su trabajo. Los jugadores que el año pasado se lesionaban uno de cada dos partidos seguirán haciéndolo este año. Los jugadores que el año pasado estaban fuera de forma por su veteranía, este año son un año más viejos, los jugadores que no han sido nunca grandes goleadores, seguirán sin meter muchos goles este año, los que eran técnicamente limitados no van a convertirse por arte de magia en grandes jugadores. Porque dos más dos son cuatro, aquí y en el Perú, y tergiversar la realidad y contar el cuento de la lechera no son más que ganicas de enredar y de tomar el pelo a la sufrida afición.

El Zaragoza que perdió el domingo es un equipo con una de las peores defensas del campeonato y necesitará marcar más de un gol por partido para poder arañar puntos. Pero eso no es una novedad eso es así desde el infausto año del descenso. Entonces teníamos a Sergio García, Diego Milito y Oliveira; este año, lesionado Uche, tenemos a Ewerthon, Arizmendi, Braulio y ojala pronto Lafita. No es lo mismo, nos guste o no.

El Zaragoza que perdió el domingo es un conjunto con una calidad futbolística más que cuestionable, salvo las honrosas excepciones de Jorge López y Pennant, que desgraciadamente acabaron reventados y sólo aguantaron 45 minutos.

El Zaragoza que perdió el domingo es un conjunto débil, desequilibrado, sin pegada y que da al rival tantas facilidades que hasta los pucelanos, sin hacer nada, se llevaron los puntos con pasmosa facilidad.

¿Mejorará cuándo vuelvan Ander y Laguardia? ¿Mejorará cuándo pueda volver a jugar Ewerthon? ¿Mejorará cuándo por fin se incorpore Lafita? ¿Ficharemos algo aprovechando la lesión de larga duración de Uche? ¿Tendrá razón el Doctor Durden y de la incompetencia de nuestra directiva saldrá una generación de canteranos que conseguirán volver a ilusionar a la afición?

Esperemos que sí. Porque a día de hoy somos firmes candidatos al descenso. Así de simple y el que quiera hacerse pajas mentales o indignarse con los agoreros que lo haga. Cada uno es libre de ver las cosas como quieran, pero no hay más cera que la que arde y esto tiene muy mal color.

Por Gualterio Malatesta

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