¿Dónde crees que vas? | La Lupa

Sevilla 4 – 1 Real Zaragoza

Después de pasar un año en el infierno, supone una gran alegría volver a escribir sobre nuestro Real Zaragoza, otra vez de nuevo en Primera, otra vez en casa. Aquí estamos, vestidos con la ingenuidad del recién llegado y con una esperanza que nos ayuda a sobrellevar la realidad. Es cierto que ya estrenamos categoría hace dos semanas, pero fue contra otro recién ascendido. Estaba por ver la reacción al enfrentarse con un equipo ya asentado y, para más añadido, con galones de grande. Y en su casa, faltaría más. Que no se diga.

Tocaba vérselas ni más ni menos que con el gran Sevilla, ahora único representante en Primera, de la ciudad del Nervión, tras el hundimiento del Betis. Un Sevilla, que durante este último lustro ha dado para recitar loas y parabienes hasta no poder más, ejemplo vivo de cómo la planificación deportiva, cuando se ejerce bien, da para construir una resurrección en toda regla. ¿Cuánto durará su farolillo encendido en lo más alto de la procesión? Eso nadie lo sabe. Hoy en día, aún no brillando en plenitud, se erige como alternativa, al menos para digno sparring, de los dos e inalcanzables amos de la liga.

En suma, la jornada perfecta para el quinielista poco dispuesto a exprimirse la sesera. Un partido clarito, una cosa obvia. En todos los medios se daba como segura la victoria local. Sólo nos quedaba a nosotros ese pequeño hálito, ese deseo apoyado en la ilusión, esas ganas de demostrar que podíamos hacer daño y romper los pronósticos. Todo muy épico, todo muy bonito. Siete minutos duró la esperanza. Ese fue el tiempo que le costó al Sevilla poner a nuestra defensa en evidencia. Así son las cosas. Como cuando alguien se cuela en una fiesta intentando ir de guay y de repente se encuentra la palma abierta del chulito de turno esgrimiendo un:” ¿Dónde crees que vas? “.

Lo cierto es que en un deporte como el fútbol, hasta el más pequeño o inopinado rival puede tener su momento de gloria, su oportunidad. El Zaragoza salió sin amilanarse (“sin apechugarse”, que diría uno que yo me sé), planteando una estructura seria y trabajada. Lejos de descomponerse tras el gol en contra, mantuvo la disciplina y poco a poco se fue creciendo. La oportunidad que todo el mundo tiene en algún momento también la tuvo el Zaragoza. El Sevilla, equipo más hecho, y con individualidades sobresalientes, venía de encajar una derrota en su estreno liguero. Su necesidad de victoria era perentoria, lo cual aumentaba su nerviosismo y el de su afición. Esa pudo ser la baza del Zaragoza tras obtener el empate. Pero la endeblez en defensa y la actuación arbitral abortaron esa mínima pero real, oportunidad. Una lástima.

Ver como el árbitro daba como legal un gol con doble fuera de juego posicional, para luego anular un magnífico gol en el que Arizmendi estaba en línea con la defensa, es como ver surgir de nuevo a los demonios familiares de siempre. Cosas del retorno a Primera. Y mientras, sigue el partido. Si ya era difícil antes, no te digo ahora. Si a esto añadimos la lesión de Uche, nefasta donde las haya, poco hubo que hacer salvo esperar los menos daños posibles.

Para el Real Zaragoza las perspectivas no son buenas. Los recursos disponibles son pocos, y el infortunio se ha vuelto a cebar con uno de nuestros fichajes más renombrados. Marcelino ha de soportar muchas ausencias por lesiones, sanciones o convocatorias con selecciones, además de tener que convivir con el artificial problema de los jugadores apartados. Además de esto, nos encontramos con una defensa que se viene abajo en su primera gran prueba de fuego.

Así y todo, y como luz trémula brillando en la niebla, se perciben síntomas positivos. Gente que quiere reivindicarse, que no se achanta. Ese jugador denostado, que día a día se hace más delantero centro, apagando críticas a base de golazos. Ese central de la cantera, enviado a sufrir al lateral contra los estiletes sevillistas. Laguardia contra el mundo. Y por encima de todo, esa voluntad de crecer en conjunto. Creo que es ese el mayor bagaje de este equipo. El entrenador debería saberlo, pues algo ha tenido que ver. Sería un error destruir el espíritu del ascenso marginando a algunos de los que lo lograron. Más ahora que los necesitamos para hacer equipo y que los nuevos fichajes no se desorienten en esta guerra. Una guerra que no ha hecho mas que empezar.

Por Ron Peter

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