El extraño caso del Doctor Jekyll y Mister Hyde | La Lupa

Getafe 0 – 2 Real Zaragoza

La novela de Robert Louis Stevenson publicada en 1.868, se ha convertido en el paradigma más conocido de la patología psiquiátrica denominada trastorno de la personalidad múltiple, una controvertida enfermedad que provoca el escepticismo de una buena parte de los psiquiatras, sobre todo europeos. 

Pero más allá de la ciencia, la alegoría sobre la lucha interna entre el bien y el mal, esa lucha intestina entre nuestra humanidad y nuestro “lado oscuro”, ese ocasional resurgir de nuestras ancestrales raíces salvajes dormidas bajo centenarias capas de costumbres, normas morales y sociabilidad, ha inspirado, inspira e inspirará centenares de expresiones artísticas de todo tipo. 

El Real Zaragoza parece haber tomado el mágico elixir que transforma al afable doctor en una bestia salvaje y descontrolada y tan pronto ofrece su cara más esperanzadora con buenos partidos como el del sábado en Getafe, como demuestra su lado más oscuro y desagradable como en el despropósito ante el Sporting de Gijón en la Romareda. 

Resulta poco explicable esa transformación a no ser que se crea en el poder de esa “Gaycina” la fórmula mágica que José Aurelio parece darles ocasionalmente a sus jugadores, pero por muy excitante que parezca la solución mágica, debería existir una razón tangible para el cambio. 

El Real Zaragoza ofreció el sábado su versión amable. Maniató al Getafe, fue contundente en defensa y certero en el ataque y mereció la victoria. ¿Las razones? Pues podrían existir varias, pero creo que algunas son bastante evidentes: 

Jugamos con portero, lo que es un paso adelante. No es fácil tener que remontar en cada partido la cagada de turno del amigo Carrizo, que espero que pase los últimos meses de su estancia en Zaragoza en la comodidad del banquillo. Cierto es que alternaba buenas paradas con errores infantiles, pero creo que es obvio que, quizá porque la suerte le era esquiva, cada error que cometía (y repito, siempre cometía alguno) nos costaba un gol. Y no está la cosa como para generosidades. Esperemos que Roberto sea más regular, aunque no haga alardes (y eso que ante los azulones hizo alguna parada de enrome mérito) que no cometa errores graves. 

La defensa se asienta con un enorme Matteo Contini, un jugador muy del gusto de la afición zaragocista, duro, enérgico y peleón, que no sólo hace su parte sino que mueve y motiva a los demás a hacer la suya. Hace buena pareja con Jiri Jarosik, que poco a poco ha ido mejorando en colocación y hace valer su envergadura para alejar el otrora constante peligro en los balones colgados. La mejora respecto a lo que había es absolutamente evidente y la seguridad defensiva es piedra angular de cualquier mejoría pretendida. 

También funcionó la vanguardia del conjunto maño. Poner a Ander Herrera de enganche, prácticamente de segundo delantero, fue un acierto porque ahí es donde hace más daño y dónde puede dar rienda suelta a su inventiva, a esa creatividad que le adorna y que tanto juego puede llegar a crear. Y a eso hay que sumarle un Chupete Suazo que cuajó, probablemente su mejor partido como zaragocista. 4 goles en 6 partidos y cada vez más centrado y más certero, sabe desmarcarse, jugar bien con y sin balón, marcar y asistir. Progresa cada partido y, esperemos, dará aún muchas alegrías la parroquia blanquiazul. 

Pero la alegría no debe impedirnos el análisis: la irregularidad es preocupante, en esta especie de montaña rusa de sentimientos en los que llevamos inmersos mes y medio. Pasamos de la esperanza desbocada al decaimiento pesimista con pasmosa facilidad, la misma con la que el conjunto maño es capaz de suceder buenos partidos con lamentables estrambotes.

Seguimos teniendo dudas de la eficacia del elixir de Gay, tanto que ya no nos atrevemos a suponer que esta vez ha encontrado la fórmula, porque puede que el próximo domingo se nos caiga el castillo de naipes. El equipo presenta cierta fractura con una buena defensa y una eficaz delantera, pero hace lagunas en mediocampo y no sé, sinceramente, si la fórmula Edmilson es buena en casa, donde los equipos no te permiten jugar al contraataque, sino que eres tú quien debe llevar el ritmo del encuentro.

En cualquier caso los números son incontestables y la estadística, poderosa herramienta para justificar lo que se desee, canta: el conjunto aragonés lleva 10 puntos en la segunda vuelta, con una media de 2 goles marcados por partido y sólo 0,8 encajados. Ha obtenido el 60% de los puntos (10 de 15 posibles) y teniendo en cuenta que en la primera vuelta se obtuvieron sólo el 25% (14 de 57 posibles), que en la primera vuelta encajamos una media de más de 2 goles por partido y sólo marcamos 1 por encuentro, las cosas han mejorado sí o sí. 

Siendo optimista siguen faltando al menos 5 victorias y algún empate para la tranquilidad y la permanencia, pero habiendo ganado 3 de los últimos 5 partidos, el prima de visión es infinitamente mejor que el de hace sólo mes y medio. Y sobre todo si nuestras victorias vienen acompañadas de tropiezos en casa de los rivales más cercanos. 

Hay datos para ser optimistas, es cierto, pero a día de hoy los zaragocistas sólo podemos ser optimistas preocupados, por mucho que preocuparse no sirva para nada…

Por Gualterio Malatesta

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