La expresión coloquial “la ocasión la pintan calva” tiene su origen en la antigua Roma. La diosa guerrera Ocasión era representada en mosaicos, frescos o estatuas siempre sin pelo detrás de la cabeza, para evitar poder ser agarrada por los enemigos en el combate cuerpo a cuerpo.
Es una expresión que se usa para indicar que es un buen momento para hacer algo, que es una inmejorable oportunidad, quizá inesperada, para una consecución que se antojaba difícil o poco probable.
Así que ahora que el telón de la liga ha caído, ahora que el eterno muro de ladrillos se ha desquebrajado momentáneamente y salvo en arabesco malintencionado no podrá acusárseme de aviesas intenciones desestabilizadoras voy a aprovechar para repartir unos pocos mandobles de esos gratuitos, de los que se dan por el puro placer de causar daño al enemigo.
Hay varias cosas “sin pelo” a las que meterles el bisturí, la tentación es grande, pero debo ser capaz de centrarme en el objetivo principal, la nefanda, nefasta, perniciosa, indignante, chapucera, humillante, vergonzosa, lamentable, torticera, funesta, ominosa, desdichada y fatídica gestión deportiva del actual junta directiva propietaria de la SAD antes conocida como Real Zaragoza.
Pero aún así, y tendiendo clara la prioridad, me resulta imposible, siquiera como anecdótico comentario, no meter un zurriagazo de soslayo a aquellos que han hecho de la estulticia su bandera y han decidido enorgullecerse de hablar con lenguaje sms o despreciando la colocación y hasta la existencia del 20% de las letras del alfabeto castellano y que nos torturan diariamente campando a sus anchas por el foro, con variopintas perlas lingüísticas y patadones al diccionario, que ríase usted de la coz de Eliseu.
Vamos a ver, que no puede haber nada más sencillo que distinguir precisamente el “haber” del “a ver.” Que hay un lugar para cada cosa, que suele ser ahí y ¡Ay dios! que fácil es conocerlo y no torpedearlo. Que no es divertido ni disculpable usar las 2 eles para escribir apoyo o convertir allá en un árbol, Que la “h”, la “b” y la “v” tienen su corazoncito y no hace falta ningunearlas o descolocarlas de esta manera, porque no es divertido, ni moderno, es una memez y las memeces las hacen los memos.
Y una vez desahogado retomo la mano de aquella divina señora calva de la que hablábamos al principio. El partido, último de la larga, dura y perfectamente prescindible temporada 2.009-2.010 que la SAD jugó el domingo contra el Villarreal estuvo lleno de anecdóticas curiosidades y mensajes más o menos explícitos.
Empezó bien, como Agapito, que nos vendió un apasionante proyecto de cambios y modernización que a día de hoy es una hecatombe babilónica de descontrol, desaciertos, endeudamiento y fracasos, en los que, por supuesto, siempre hay un culpable que no es el máximo accionista. Supongo que la nutrida nómina de directivos es una magnífica cantera de culpables que permitirá a nuestro máximo accionista y a la constante de la ecuación que jamás ha sido despejada, la paradoja irresoluble, Pedrito Herrera, salir, como siempre, libres de responsabilidad. Acabó mal, como no podía ser de otra forma, salvando el empate de forma agónica en paralelismo con la actuación de estos mandamases que de la supuesta grandeza venidera han llegado a la evidente mediocridad presente.
Me gustó la educada y contenida muestra de protesta del Ligallo que nos habló de cómo la actual directiva es un desastre que ha convertido al equipo que otrora rugía en Paris en una cuadrilla de gatitos que maúllan por España, continuando la lamentable descapitalización y empequeñecimiento que ya iniciara con fruición el antiguo mandamás, al que la inutilidad presente casi ha hecho bueno.
Somos muchos los que no nos conformamos con dar las gracias a nuestros muchachos por salvar la categoría in extremis, los que nos sorprendemos al ver como ahora celebramos mantenernos en primera, como si de un título se tratara.
De la vieja gloria ya no queda nada, porque nos la han robado, igual que nos robaron el escudo con alevosía y nocturnidad con la única intención de rascar unos euros más de los bolsillos de su maltrecha afición vendiendo unos centenares de camisetas.
Pero claro, aquel que ose criticar esta patochada, como si en una dictadura de pandereta viviéramos, es acusado de malintencionados manejos, de desestabilizador y hasta de antizaragocista, cuándo lo máximo que debería ser llamado es “antisadista” porque este truño no se parece en nada a mi Real Zaragoza.
Los actores de este lamentable vodevil se tiran los trastos a la cabeza, en cada una de las contadas ocasiones en los que un traspaso sale bien y en la multitud en la que sale mal y se arrogan protagonismo o distribuyen culpabilidad en el ridículo combate “multibanda” que sostienen “Poschi”, Pedro y Agapito y que aún hunde más en la podredumbre una gestión deportiva que se debate entre el esperpento y la inexistencia.
Pues, bien, amigos y lo de amigos es pura cortesía, ha acabado la temporada y aquí seguimos, porque nosotros hemos estado aquí siempre, no lo olviden, nosotros llegamos primero y tengo más que claro que zaragocista soy yo, somos nosotros, no ustedes, que sólo son unos miserables mercachifles, mercaderes baratos que están aquí para medrar y llenar sus bolsillos a costa de nuestra pasión y que jamás, repito nunca jamás, contarán con mi apoyo o con mi sumisión. No me creo lo que me venden, me hartan, me indignan y me hastían sus turbios manejos, me asquea su desvergüenza, me humilla su ninguneo y ansío, quizá algún día llegue, el momento en el que ustedes pasen pero el Real Zaragoza permanezca. Y ese día, créanme, lo celebraré, casi con la misma emoción con la que ustedes nos quieren acostumbrar a celebrar un miserable empate que salva la categoría.
Un abrazo a todos, menos a algunos y hasta la temporada próxima.
Por Gualterio Malatesta
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