Adaptación evolutiva | La Lupa

Real Zaragoza 1 – 0 Dep. Coruña

Durante siglos el paradigma imperante en la cultura occidental imponía razones divinas para explicar la creación del ser humano y del resto de especies vivientes. Sin embargo, la presunción bíblica quedó relegada ante el avance de las ciencias de la naturaleza. Charles Darwin, en “El origen de las especies”, exponía la teoría de la evolución, según la cual, las especies tienden a adaptarse al medio, y si no, terminan desapareciendo.

Dejando aparte el aspecto de la transmisión hereditaria de las cualidades, la supervivencia como consecuencia de la adaptación es algo que se puede aplicar al Real Zaragoza, un equipo que no hace muchos años, se paseaba con tranquilidad con la liga española y que se caracterizaba por un juego entretenido, a veces incluso brillante. Todo eso fue quedando postergado por las circunstancias. La estrechez de Solans fue convirtiendo un buen equipo en un equipo mediocre. Agapito decidió que eso había terminado, y sobreinfló las expectativas, huyendo hacia delante en lo económico, edificando torres de marfil con cementos viejos y carísimos. El actual mandatario ha resultado ser un fracaso como empresario deportivo, y al final lo que sobrevive es un equipo de los que luchan por no descender.

El equipo ha tomado aire en las últimas dos semanas, mejorando en el sentido de que ha dejado de ser el peor equipo para ser uno más en ese pelotón. En esa lucha están los actuales jugadores, de quienes no se puede decir nada malo en estos momentos. Si aislásemos el tema deportivo del resto de connotaciones, habría que hablar de que tenemos gente de modestos recursos, que no quieren oír hablar de rendición, que mejoran un poco cada día, en lo individual y en lo colectivo, que acatan la mano de Aguirre, a quien ven como un entrenador serio y comprometido que está consiguiendo conjuntar un equipo adaptado al entorno de la supervivencia, sin sitio para figurines, sin esperanza ninguna de brillantez, con el único objetivo vital de los puntos.

Es innegable que las carencias siguen siendo estando, sobre todo en ataque. El rendimiento ofensivo de un equipo depende muchas veces de talentos individuales y explosivos, de jugadores rápidos, listos, hábiles y con instinto de depredador de área. De eso no tenemos hoy en día. Por eso hay que adaptarse y empezar a cimentar desde la defensa, cosa que se está logrando. El anclaje de Ponzio está siendo efectivo y el retorno del grande Contini, un tipo con carácter y con poquitas ganas de perder, sería la mejor de las noticias.

En las últimas semanas estamos viendo a ese equipo que evoluciona, que lucha por adaptarse, que cumple con la lógica de perder con los grandes y ganar en casa a los iguales, un equipo que ya asume su rol de equipo defensivo que a ver si mete un gol y que, por qué no decirlo, ha recuperado algo de fortuna. Es lo que nos queda, lo que nos han dejado. Los aficionados más viejos aún pueden recordar ese mundo feliz de días europeos, copas y juego magnífico. Pero ahora es lo que hay, sobrevivir de entre la miseria que nos han dejado aquel que antepuso la avaricia a la prudencia, y aquellos que le llenaron el oído con cánticos de sirena emputecida.

Por Ron Peter

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