Del glamour a la tasca | La Lupa

Getafe 1 – 1 Real Zaragoza

Los tiempos han cambiado. No hace falta que lo cante Bob Dylan, no hace falta que veamos “Cuéntame” todas las semanas, no. El zaragocista sólo necesita algo de memoria histórica no selectiva para comprender que con cualquier asunto que comparemos de épocas pasadas con la presente, sale victoriosa la de antaño. Por ejemplo, en el glamour. En los años 80, en tiempos de la presidencia (poco exitosa) de Miguel Beltrán Picapeo, cuando se realizaba un “negocio”, sea fichaje de jugador, entrenador, etc., se invitaba al interfecto y a su representante a un céntrico y lujoso restaurante de la Plaza Aragón, y la posterior salida del mismo era apoteósica, con la cámara de televisión (entonces sólo la de TVE Aragón) y de reporteros gráficos sacando imágenes de un Rijkaard satisfecho. Así se trata a estos chicos del balón. En cambio, Agapito Iglesias convida a sus fichajes y secuaces a un restaurante de carretera, en el que se come muy bien, pero que no conlleva muestra alguna de glamour. Por ello resulta deprimente comprobar como salen de sus reuniones con Agapito, Aguirre o Gay entre camiones, descampados e incluso alguna casa de mala reputación. Hemos perdido hasta el mínimo encanto.

Una de los invitados a las cenas de Agapito, el “Vasco” Aguirre, es el último as utilizado por el escapista soriano para salir del paso. Tras fracasar la dupla del zaragocismo de corazón Gay-Nayim, ha buscado un entrenador experto y competente. Sólo nos queda a los zaragocistas desear que el enésimo cambio de rumbo de Agapito sea acertado, porque significaría que seguiremos en primera división. Pero Javier Aguirre pudo comprobar en Getafe que la buena predisposición para trabajar con esta limitada plantilla no basta para conseguir ese objetivo.

Se pudieron observar muchos de los errores habituales del equipo con Gay: desajustes defensivos, lentitud creativa en el centro del campo, atolondramiento en las bandas, nulidad en la vanguardia, etc. También se comprobó que los jugadores siguen ofreciendo todo su esfuerzo para salir adelante, se trabajaron mejor las coberturas, el esfuerzo defensivo de los interiores fue superior y los centrales se mostraron seguros, salvo por unos titubeantes comienzos de Jarosik. El Getafe dominó el tiempo del partido, con posesión habitual del balón, pero sin crear peligro. El bonito gol de Bertolo, ayudado por Codina, puso en franquicia el marcador.

El comienzo de la segunda parte fue pésimo. La entrada de Gavilán por la banda y la aparición de Parejo en la mediapunta no fue contrarrestada por Aguirre y en unos minutos horribles, consiguió el empate el Getafe, mediante un penalti dudoso cometido por Sinama. Cuando pareció que los zaragocistas cogían de nuevo ritmo de partido, una incomprensible expulsión de Ponzio, pergeñada por el infame Teixeira, acababa con nuestras posibilidades ofensivas y sólo quedaba defenderse del asedio getafense.

No se pueden sacar nítidas conclusiones del primer partido de Aguirre como entrenador. Su trabajo se empezará a vislumbrar cuando lleve tres o cuatro jornadas, pero… no hay tiempo que perder, y sin calidad ni talento, únicamente con redaños, habrá que ir sacando puntos de debajo de las piedras, contra rivales superiores e inferiores, da igual. Tenemos un nuevo guía en el vía crucis zaragocista; parece que éste se sabe mejor el camino pero sigue estando lleno de piedras y la cruz que llevamos a cuestas cada día pesa más. La esperanza es lo último que se pierde y para el zaragocismo se simboliza en el mejicano, ¡suerte Javier Aguirre!.

Por Jeremy North

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