Los desastres olvidados | La Lupa
Real Zaragoza 1 – 3 Osasuna
Que los súbditos de su Serena Majestad Británica son unos genios de la propaganda y el autobombo, nadie lo duda. Se han pasado la vida destacando sus grandes triunfos y obviando sus fracasos, hasta el punto de que en muchos casos algunos de ellos son prácticamente desconocidos, porque han sido sibilinamente ocultados hasta el olvido.
Todo el mundo recuerda el fracaso de la Armada Invencible que el segundo de los Felipes mandó contra la pérfida Albión con la sana intención de derrocar a la supuestamente virginal pero protestante Isabel en 1.588. Los ingleses no son españoles por una puñetera tormenta, pero casi nadie recuerda que al año siguiente Inglaterra mandó a España la Armada Inglesa, que, cómo la original, fue destrozada por la climatología y la resistencia Española en las costas de Galicia y Portugal.
Y podríamos enumerar acontecimientos hasta el aburrimiento. Los piratas eran españoles, los esclavistas eran españoles, Blas de Lezo no le zurró la badana a Vernon en Cartagena de indias etc., etc.
Pero al final las derrotas son eso, derrotas. Unas más dolorosas o trascendentales, otras menos. Obviarlas u olvidarlas no es la solución. Aunque quizá si lo sea el intentar buscar, como cantaban los Monty Python, el lado luminoso de la vida.
El real Zaragoza debía ganar al Osasuna en la Romareda por lo civil o por lo criminal y la cagó. No valen medias tintas. Era la madre de todos los partidos, la final, el momento clave, la línea que podía separar el descenso de la permanencia y perdimos. Y eso es malo. No vale olvidar, no vale pasar página, no vale hablar del gran éxito del Bernabeu de hace apenas una semana.
Es una derrota dolorosa y de graves consecuencias, pero no debemos considerarla definitiva y mucho menos bajar los brazos. Porque una cosa es asumir la tremenda decepción y no ignorarla al mejor estilo sajón y otra rendirse.
El partido empezó bien y el Real Zaragoza parecía claramente superior al Osasuna, que deambulaba por el césped sin crear peligro alguno y dando una satisfactoria sensación de impotencia. El gol de Lafita, en una torpe jugada de Sergio Fernández, hacía justicia a lo visto en el campo y sólo la falta de calidad de nuestros delanteros, especialmente de un desafortunadísimo Uche, impidió que los aragoneses dejaran el encuentro sentenciado en el primer tiempo.
Pero todo se rompió en la segunda parte. Aguirre se equivocó dando entrada a un Jorge López que está para cualquier cosa menos para jugar al fútbol y al Osasuna se le apareció San Fermín y toda la corte celestial y en sus 2 primeros acercamientos con peligro marcó 2 goles. De ahí al desbarajuste blanquillo hubo un pasito. Algunos nos frotábamos los ojos por la incredulidad con la que contemplábamos el desastroso marcador.
No sé si fue justo, probablemente no, pero la actitud de los blanquillos distó bastante de la mínimamente aceptable y si sumamos a ello que la aptitud, como es de sobra sabido, está bajo mínimos, el resultado es lógico.
Quedan 3 jornadas en las que debemos dejarnos la piel, luchar hasta el final, porque aunque haya sido una derrota muy dura, no es el final, no debe ni puede serlo. Queda la Real, el Español, y el Levante y probablemente va a ser de nuevo (hay que ver la suerte que tenemos) una de las permanencias más caras de la historia, pero (y quizá es más preocupante que halagüeño) seguimos dependiendo de nosotros mismos.
La liga está enloquecida y rota, el Getafe, el Deportivo o la propia Real sociedad pueden caer al pozo para darnos vida y para eso habrá que echarle todo el coraje que ante los navarros olvidamos en el vestuario.
En fin. Este es nuestro sino desde hace ya más años de los que quiero recordar. Sufrir hasta el final. Los tiempos de alegrías y grandeza están tan olvidados como las derrotas de la armada británica, pero mientras haya pulso habrá que intentar reanimar al muerto. No queda otra que luchar con lo poco que tenemos y confiar en que haya 3 equipos peores. 2 parecen claros, el tercero da miedo, mucho, mucho miedo.
Por Gualterio Malatesta
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