Entre estupendo y lamentable | La Lupa
Real Zaragoza 1 – 0 Almería
Cuenta Plutarco que el Rey Agesilao II de Esparta al recibir las quejas de sus aliados por la cantidad de soldados que éstos debían aportar a la alianza, mucho mayor que la de los espartanos, reunió a la tropa, sentando a un lado a los lacedemonios y al otro a los aliados y ordenó que se levantaran los alfareros. Después ordenó que se levantaran los carpinteros, los herreros y así sucesivamente hasta nombrar un gran número de oficios.
Cuándo hubo terminado toda la tropa espartana permanecía sentada, mientras que sólo un ínfimo número de los aliados permanecía sin levantarse. Se giró a los líderes aliados y les dijo: ¿veis cómo no enviáis más soldados que Esparta al combate?
Esta anécdota, probablemente apócrifa, podría repetirse 2.400 años después. El General Aguirre podría convocar a su plantilla y pedir que se levantaran los que no son capaces de tirar a puerta, los que con todo a favor sólo saben tirar al muñeco, los que fallan 3 de cada 4 pases, los que no saben colocarse en el campo o controlar un balón, los que son incapaces de hacer un regate o los que lo más redondo que han visto en su vida es una galleta María. ¿Cuántos jugadores de la plantilla quedarían sentados?
El vasco tiene mérito, mucho mérito, porque la plantilla es corta, con poca calidad y con los nervios a flor de piel por la consciencia de su incapacidad y la presión de la clasificación, que se suple, afortunadamente, con el carácter y la testosterona que el mejicano ha sabido darles.
Y gracias a ello estamos vivos. El paciente resiste. Sigue en coma pero no pierde las constantes vitales. El partido ante el Almería era una vez más el “sine qua non” el todo o nada, la posibilidad de seguir a flote una semana más o la de hundirnos irremisiblemente en las profundidades del descenso y por fortuna, volvimos a ganar el “tie break”
Pero esa excelente noticia no debe nublarnos la vista. La realidad es que el partido tuvo fases muy distintas. En la mayor parte del encuentro el Real Zaragoza mereció con claridad la victoria. Tiró hasta 4 veces al poste, gozó de ocasiones manifiestas que, de haber tenido algún delantero de verdad, podrían haber puesto el marcador en clara franquicia y dominó a un rival que es, y cuesta creerlo, aún peor que nosotros. Pero nuestro problema es siempre el mismo somos ineficaces hasta la desesperación, incapaces de rematar el trabajo, absolutamente inofensivos aún cuándo el rival da todas las facilidades del mundo en defensa. Creamos oportunidades y no las metemos. El lunes hubo suerte y no pagamos cara nuestra manifiesta incapacidad anotadora, como nos ha sucedido en tantas otras ocasiones. Tocaba cara.
Pero cuándo la diosa Fortuna quiso que ese cuarto palo rebotara en la espalda de Alves y entrara a gol, se hizo de noche. El colista de primera división nos machacó, se volcó en ataque y sólo un milagro tras otro y el magnífico estado de forma de Toni Doblas impidieron que el resultado fuera el definitivo mazazo a las aspiraciones de salvación de los aragoneses.
A fuerza de ser pragmáticos habrá que decir que el partido se ganó, que se han conseguido 3 puntos de oro y que se ha dado un paso más hacia la permanencia. Aunque la afición lo esté pasando fatal, con un nivel de nerviosismo e incertidumbre que no puede ser bueno para la salud. Pero, que demonios, hicimos lo que había que hacer: ganar y desahuciar al Almería.
Por eso la mejor definición del partido ante los andaluces es esa, entre estupendo y lamentable. Y es lo que hay. No hay más tela que cortar o cera que inmolar. Nos quedan 5 finales, 5 agonías y mucho, mucho sufrimiento. Ojala, cuándo todo esto acabe podamos decir que mereció la pena tanta angustia. Claro que la cruzada de Ángel Torres por salvar a su Getafe en los despachos nos puede costar la concursal obligatoria y eso… mejor no pensarlo, porque podría ser el final, no por esperado menos doloroso.
Por Gualterio Malatesta
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