El lodazal y las viejas holganzas | La Lupa

Osasuna 0 – 0 Real Zaragoza

Como nos cuenta el egregio y celebérrimo medievalista aragonés Antonio Ubieto citando las crónicas de Zurita y en sus propias palabras:

“aconteció que, de improviso, se levantó fama por el reino que el Emperador Don Alonso I el Batallador, rey de Aragón, muerto por los moros en la batalla de Fraga [1.134], veinte y ocho años había, era vivo. Tras este rumor salió un hombre que dijo ser el mismo y comenzándose la cosa a divulgar, diose gran crédito por la gente popular, incitándola algunas personas que no holgaban que la reina se empachase en gobierno del reino, y no debía faltar quien le recogiese y amparase, ayudándole para que volviera a su primer estado y dignidad”

De esto hace, salvo que D. Antonio, asunto harto improbable, yerre en la cronología, aproximadamente 848 años, pero ni era la primera vez, ni sería la última que en época de zozobras y de esplendor perdido el pueblo de a pié gire la cabeza a las glorias y hazañas del pasado en un desesperado intento de recuperar la honra perdida.

No hace falta ser muy listo para ver que los actuales vientos traen presagios de naufragio y es que esta SAD, antiguamente conocida como Real Zaragoza, y que, años ha, hasta llegó a practicar un fútbol esplendoroso, está zozobrando y haciendo aguas a proa, a popa, a babor y a estribor.

Y un ejemplo más de esta deriva, de está lenta y dramática descomposición, es el partido que vimos ayer en el reyno de Navarra, que puede calificarse de extraño, de milagroso, si es que alguien a estas alturas cree aún en las divinas intervenciones. El conjunto (que no equipo) aragonés, tiró a puerta, es decir entre los 3 palos, una vez. Fue un “tirín” patético (uno más) de nuestro vagabundeante pseudo delantero Sinalma y Singol en el primer minuto de partido.

Después de aquello, Lafita lanzó 2 tiros estratosféricos (porque rozaron las capas inferiores de la estratosfera, no por su calidad) y Jorge López un amago de “tirín” al estilo Sinalma pero al banderín de córner. Y hasta ahí llegaron las posibilidades reales de meter un gol.

Entre medias, el Osasuna nos sometió a un enorme bombardeo de globos aerostáticos muy del gusto de clásico fútbol sajón, que a pesar de no llevar demasiada calidad, siempre generan peligro y más cuándo la defensa es el conjunto de patanes más torpe y descoordinado de la historia del balompié y el visitante entrega 4/5 partes del campo al anfitrión y se encierra en su área, listo para ser sacrificado a los dioses locales y confiando en un imposible contraataque.

Y eso que el domingo, el señor que se coloca bajo los palos volvió a ejercer de guardameta haciendo al menos 4 paradas de bastante mérito que, junto al balón sacado por Ponzio in extremis bajo palos, valió para que el resultado no fuera el habitual descalabro de la escuadra blanquilla. Un punto más que nos deja a sólo 3 de la salvación (parece increíble, pero esta es la liga que nos toca vivir, con 2 acumulando todos los puntos y 15 sufriendo para no acercarse demasiado al pozo)

Y ante este horror cotidiano la reacción es la esperada; girar la testa a las glorias pretéritas, como sucedió hace 848 años, como ha sucedido y sucederá tantas otras veces. Se empiezan a oír nombres que vienen a “sumarse” al proyecto, protagonistas del remoto esplendor, más golpes de efecto vacuos, como los muchos que ya ha protagonizado el soriano de cuyo nombre no queremos acordarnos. Y empieza a oírse que algunos jugadores se irán, pero muchos vendrán, delanteros rápidos y goleadores, extremos de inusitada rapidez que romperán las retaguardias enemigas como cuchillo caliente por mantequilla, centrocampistas presionantes y creadores, incluso defensas duros y expeditivos.

Una vez más los cielos se abrirán de par en par y el destino se tornará bello y armonioso, los pajaritos piarán alegres y la Romareda entera entonará hermosos cánticos de concordia y felicidad ante el multitudinario éxtasis por el orgásmico juego que desplegará el nuevo equipo formado en el mercado de invierno… hasta que se nos rompa el jodido cántaro del cuento y todo se vaya a la mierda de una puñetera vez y para siempre.

Andoni Cedrún lo insinuó ayer. Son más bombas de humo, más efectos luminosos para ocultar una realidad que duele pero que se debe proclamar alto y claro, una prolongación de una agonía que sólo terminará (para bien o para mal) cuándo los sinvergüenzas que nos han traído hasta aquí se larguen; es otro paso más hacia el desastre final que, hace tiempo ya, amenaza desde el horizonte. Y todo por una sola razón. Alguien no quiere que se pongan las cuentas sobre la mesa. Alguien tiene pánico a una auditoría imparcial, alguien huye de la luz y los taquígrafos.

El adagio es claro sólo tiene que tener miedo el que tiene algo que esconder y percibo miedo… mucho miedo.

Por Gualterio Malatesta

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