La semana de los santos | La Lupa

Villarreal 1 – 0 Real Zaragoza

Según la wikipedia, la Semana Santa es la conmemoración anual cristiana de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret o, lo que es igual, conmemorar sus últimos días; por ello, es un período de intensa actividad litúrgica dentro de las diversas confesiones cristianas. Da comienzo el Domingo de Ramos y finaliza el Domingo de Resurrección, aunque su celebración suele iniciarse en varios lugares el viernes anterior (Viernes de Dolores) y se considera parte de la misma el Domingo de Resurrección.

Es la definición canónica de Semana Santa. Los aficionados del Real Zaragoza, en cambio, tenemos otra distinta, más cercana a la semana de pasión y de sufrimiento que a la devoción cristiana: es el acompañamiento hacía el infierno, con un vía crucis de 4 años de duración, del equipo anteriormente denominado Real Zaragoza y que actualmente es La SAD de Agapito.

En un Real Zaragoza distinto y no tan lejano, el que conocíamos hasta hace 5 años, su existencia tenía altos y bajos, con momentos puntuales de alegría inmensa, con victorias en copas del rey y recopa, pero no jugueteaba con el descenso. Los aficionados teníamos primavera y verano, no sólo Semana Santa e invierno. Pero se acabó la fiesta, si se puede considerar lo de antaño así, y debemos estar preparados únicamente para sufrir. Agapito Iglesias, el destructor del zaragocismo, así lo ha querido.

El partido de Villarreal dejó un mal sabor de boca. La frasecita graciosa de “jugamos como nunca, perdimos como siempre” es perfecta para comentar el juego zaragocista en “El Madrigal”. Lo que sucedió es algo común con los equipos que huelen a muerto: el árbitro que no nos respeta porque lo considera susceptible de ser maltratado, mala suerte en los lances vitales, enorme desacierto en el remate, etc., vamos, un compendio de desgracias acumuladas en el peor momento.

Pero no queda más remedio que continuar nuestro vía crucis, pero con final feliz, en el mejor sentido de la palabra. Si los jugadores siguen luchando, con orden defensivo y con algo más de acierto en la vanguardia, con el trabajo y conocimiento de Javier Aguirre, nuestro mejor valor actual, funcionando a destajo, y con la afición apoyando al equipo sin desmayo, igual conseguimos evitar el infierno o la crucifixión de la segunda división. Escribo “igual”, porque la situación es muy comprometida y no se puede asegurar ni el triunfo ni el fracaso. Sólo nos queda la “esperanza” en “Aguirre” y el sonido de los aficionados, los que quedamos, que no quieren ver a su pasión, el Real Zaragoza, derrumbado por una gestión nefasta y superado por una deuda brutal.

Quedan 6 finales. A por ellas y a ganar.

Por Jeremy North

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