La cobardía es una ciencia exacta | La Lupa

FC Barcelona 4 – 0 Real Zaragoza

Dicen que valiente es aquel que reconoce el miedo pero que enfrenta a él y lo supera, mientras que aquel que no le teme a nada es, simplemente, un irresponsable. Y la puntualización es más que importante en una doble dirección emocional. No es lo mismo ser prudente que ser cobarde. No es lo mismo buscar la ventaja en la confrontación que huir en desbandada.

¿Se imaginan a los 7 000 soldados de Leonidas plantando cara a los 300 000 soldados persas en un llano en lugar de buscar la angosta protección del paso de las Termópilas? ¿O se los imaginan llorando como plañideras al ver llegar al poderoso ejército de Jerjes? Me da a mi en la nariz que ninguno de los dos actos hubiera sido ni demasiado inteligente ni demasiado memorable. Supieron perder en las Termópilas para vencer en Salamina y Platea. Aprovecharon su ventaja y minimizaron su escasez de efectivos para contrarrestar y minar la enorme superioridad enemiga.

Que el FCB Barcelona es un equipo insultantemente mejor que el Real Zaragoza en todas las facetas del juego, con una enorme superioridad técnica y táctica e incluso muy superior en la preparación física, no se le escapa a nadie. No hace falta ser muy listo ni muy versado en las artes balompédicas para percatarse de ello. Pero una vez asumida esa enorme diferencia cualitativa es necesario plantear las posibles formas de contrarrestarla o combatirla y deambular por el campo con posesiones más cortas que la alegría en la casa del pobre, sin atacar, presionar o defender, no es una de ellas.

Lo del sábado en el Nou Camp es una más de las absurdas becerradas inoperantes a las que nuestra SAD nos tiene, por desgracia, tan acostumbrados. La posesión de los blaugranas rozó el 70%, el Barcelona tiró 11 veces entre los 3 palos. El Real Zaragoza ni una sola vez. El Barcelona cometió 20 faltas, los aragoneses17. Ni en eso fuimos capaces de ganar.

Sabíamos que iba a ser difícil, pero lo que no es tolerable, lo que no puede ser es que nos empeñemos en hacer las cosas tan mal. Salvo en un indemostrable “multiverso” paralelo o que las leyes de la física sean erróneas si un equipo no tira a puerta, no marca. Es simplemente imposible. Y si no marcas y además defiendes rematadamente mal, un 4-0 hasta se queda corto ante un enemigo tan poderoso.

No se trata de salir a lo loco, no se trata de fomentar un disparatado suicidio, se trata de meditar, de plantear cuáles son nuestros puntos débiles e intentar minimizarlos y cuáles los fuertes (si los hay) e intentar aprovecharlos. No es fácil, por supuesto, pero hay cosas que cantan mucho, demasiado.

El Real Zaragoza tiene una de las peores defensas de primera división y sin embargo insistimos en jugar defensivamente, con un pivote por delante de la defensa acumulando gente para que, por si no era suficiente hándicap la baja calidad técnica, puedan estorbarse. ¿Pero de verdad alguien creía que íbamos a poder aguantar el empate inicial con lo que tenemos? ¿Es que nadie ha tomado nota de que somos el equipo más goleado de primera?

Después de mucho tiempo tenemos a Postiga, un buen delantero, al que si le llegan balones, hasta los mete de vez en cuándo y que ahora está en aparente gran estado de forma. Pues hecho. Lo dejamos más solo que Adán el día de la madre.

Tenemos a Luis García un buen segundo delantero con experiencia y calidad más que contrastada en primera. Pues lo echamos a la banda para que esté bien lejos del área, no vaya a ser que enganche algún rechace o se le ocurra entrar desde segunda línea.

No tenemos un centro del campo demasiado hábil en la distribución del balón, perfecto, en lugar de ensanchar el campo y hacer que los laterales den opciones ofensivas, Juárez y Paredes suben menos que los sueldos en 2.011.

Y podríamos seguir hasta la saciedad, porque el equipo es malo pero muchos empezamos a pensar que no lo estamos gestionando bien. Aguirre parece triste, desmotivado y cansado. Quizá esté harto, pero si lo está no debería haberse quedado. Quizá no sepa qué hacer, pero me cuesta creer que un entrenador de su calidad, no vea lo que es tan evidente para la mayoría. Quizá se quiera ir y entonces volvemos a la primera cuestión.

Es difícil saber si esto tiene remedio (no parece serio rendirse tan pronto), pero lo que si parece muy claro es que por este camino no vamos a ninguna parte. Esto tiene que cambiar y pronto, porque estamos haciendo méritos para repetir la nefasta primera vuelta del año pasado y ya saben lo que se dice de los cántaros, las fuentes y las segundas partes…

Por Gualterio Malatesta

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