El dinosaurio todavía estaba allí | La Lupa

Atlético Madrid 3 – 1 Real Zaragoza

“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Así empieza y termina el durante mucho tiempo considerado el cuento más corto escrito en lengua castellana. Su autor, Augusto Monterroso, escritor guatemalteco del siglo XX, siempre quiso escribir obras extensas. Fue sin embargo en el cuento corto donde más destacó, y este cuento “el dinosaurio”, el que más popular se hizo.

Lo evocador de la frase hace que las interpretaciones se multipliquen –ahí radica su grandeza-y que cada lector se pregunte quién era el que se despertó y por qué el dinosaurio seguía allí o por qué debería haberse ido. Y más aún: ¿Quién o qué era el dinosaurio? Sin duda, algo grande, inquietante hasta el punto de ser un peligro y por supuesto persistente, puesto que nunca se había llegado a ir. ¿Cómo pudimos pensar que se había ido?

En un ejercicio de imaginación, convertimos al protagonista del cuento en seguidor zaragocista. Este se duerme esperando en su beatífica ingenuidad que esa colosal entidad intangible y cenagosa, esa crisis deportiva en la que su equipo se ve inmerso desde ni se recuerda, desaparezca tras una apacible cabezada. Es la ilusión renqueante que nace con apenas un breve germen hace una semana, y se quiebra de forma inexorable después de tres derrotas consecutivas. Estamos donde solíamos, al borde del descenso, en la que ha sido nuestra casa durante demasiado tiempo, en la pesadilla hecha vigilia que no termina de irse y que vuelve con la energía de una maldición.

Lo curioso del caso es que no hemos llegado en un lento y progresivo declive de un equipo cansado e incapaz de ofrecer nada nuevo. No, el equipo es demasiado nuevo como para tener las ideas y los recursos agotados. De hecho, todo parecía ir hacia arriba hasta hace tres partidos. Ha bastado que el calendario se acelerase juntando partidos, para que surgiese el descalabro.

El domingo intentó Aguirre un experimento tipo trivote y el equipo salió con un talante reservón y nada ambicioso. En treinta minutos ya estaba todo el plan desarbolado. Una vez más, se desaprovecharon las carencias del rival, un Atlético consumido por las angustias, que de haberle jugado con presión y con acierto hubiera caído en las prisas y los nervios. De hecho, incluso ganando 3-0, se notaron nervios en los colchoneros al encajar el gol zaragocista

Por primera vez desde que está entre nosotros, Javier Aguirre no parece acertar con las teclas adecuadas. Puede ser una cuestión transitoria, pero además, no nos engañemos, el equipo no es un alarde de estrellas. Es lo que es, y hay cosas para aprovechar y otra que no. Hay jugadores todavía sin explotar, y hay otros que están siendo titulares a los que se les debe exigir más o directamente darles la dispensa. Hay que seguir trabajando la defensa, sobre todo a balón parado, y dado que jugamos sin el mediocentro clásico creador, pues trabajar la velocidad y el regate por las bandas. Vamos, lo del contraataque de toda la vida.

No quiero ser iluso. Nunca me pareció este equipo mejor que el del año pasado, ni siquiera jugador a jugador. Tampoco pienso que sea peor. Es distinto, pero los otros al menos aprendieron a jugar como bloque, y a echarle lo que había que echar para sacar los partidos adelante. Es intolerable que a la mínima en la que se ven tranquilos, se les suban los perros a las barbas y ya estén dejando que les hundan en el pozo de las desdichas. Más Rock y menos Mariachis, vendría a ser la cuestión. El dinosaurio no se irá, me temo, en toda la temporada, pero hay que tratar de que se vuelva pequeño, o al menos que no parezca que nos va a aplastar de un momento a otro.

Por Ron Peter

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