Isla Decepción | La Lupa

Mallorca 1 – 0 Real Zaragoza

Allá por los mares antárticos, existe una isla llamada Decepción. Dice la leyenda que el nombre le viene de la creencia en que se trataba de un refugio de piratas, con grandes tesoros escondidos en su interior que cuando llegó la hora de la verdad, nunca se encontraron. Mallorca podría haber sido la isla del tesoro del Real Zaragoza, de haberse traído los tres puntos, pero volvió a suponer una isla de decepción.

Ya fue Mallorca en su momento, hace cuatro años, nuestra particular isla del fracaso, en aquel partido que sellaba el final de la temporada y que certificaba el descenso, un descenso que, de haber ganado aquel partido, se hubiera evitado. La situación actual recuerda bastante a aquella. Hay alguna diferencia, no existe esa irreversibilidad fatal de entonces, pero casi, porque aunque no sea con certeza matemática, la permanencia cuenta con una probabilidad realmente exigua, sujeta a unos parámetros de muy difícil digestión hasta para los ánimos más crédulos y optimistas.

Decepción es el sentimiento, entre otros, que provocó la manera de desenvolverse de este Real Zaragoza que jugó en Mallorca sabiendo lo que se jugaba. Pero como digo, es un sentimiento. Porque si se ve desde un prisma racional, frío, se aprecian otros matices. En otras temporadas, en otros tiempos, se podrían asumir como normales derrotas en campos de la Real Sociedad, Sevilla o Mallorca, o en casa ante el Barcelona, igual que se podrían entender como normales victorias en casa ante equipos como Villarreal, Atlético de Madrid o Granada, o fuera ante equipos como el Gijón, y eso es lo que hemos llegado a tener, un equipo más o menos normal, que aún descendiendo, es posible que llegue a hacer 25 ó más puntos en la segunda vuelta, un ritmo que de haberse mantenido en todo el año, hubiera conformado una temporada decente.

Pero se hicieron tan mal las cosas en la pretemporada y en la primera vuelta que ni eso es suficiente para llegar a la salvación, y ahora pagamos la penitencia de aquellos fangos. Hablamos de decepción, pero lo que ahora vivimos no deja de ser normal. Lo único realmente excepcional, aparte de los goles en los últimos minutos, fue la victoria ante el Valencia, y ese plus es el que ahora se necesita, ese sacar las fuerzas de donde no hay, esa motivación extra que deben tener los jugadores que, aún con todas las limitaciones existentes y conocidas, y golpeado también por lesiones y sobrecargas, deben aprovechar el viento a favor que supone tener a la afición volcada como la tienen.

En efecto, estos jugadores y este entrenador hicieron lo más difícil, que era hacernos creer en los milagros. El público de La Romareda, con una tradición de exigencia de buen juego que ya pertenece, por fuerza, al pasado, se rindió a ellos, por luchar y por creer. Ahora, que tienen eso a favor, tenían además que haberse llegado a estas alturas con tres puntos más en las alforjas. Tenían que haberlo echado todo contra el Mallorca, un equipo vulgar que se nos va a llevar esta temporada seis puntos sin haber hecho nada. Así de triste.

Se avecina la semana grande, donde hay que ganar cada partido para seguir vivos y ver qué hace el Villarreal, ya que los demás poco importan. Así, hasta que llegue el día en que no ganemos, y solo nos quede esperar con la paciencia del condenado que vela en su celda, el alba que traiga el frío y afilado tacto de la hoja del verdugo en nuestro cuello.

Por Ron Peter

aupazaragoza

Deja tus comentarios el foro de AupaZaragoza.com. El Real Zaragoza es nuestra pasión.

Comentarios

(required)