Sin vergüenza | La Lupa

Real Sociedad 3 – 0 Real Zaragoza

El lenguaje tiene estas cosas… dos palabras separadas no hacen sino describir la ausencia de una turbación del ánimo ocasionada por alguna acción deshonrosa, mientras que esas dos mismas palabras sin interrupción describen a un pícaro, persona ruin y de baja condición, dañosa y maliciosa, astuta y de mal vivir, que comete actos ilegales en provecho propio o que incurre en inmoralidades.

Tras el partido ante el Málaga, Manolo Jiménez salió cabreadísimo a la rueda de prensa y manifestó sentir vergüenza, en lo cual se reafirmó unos días después, declarando que ese sentimiento lo hacía extensivo a toda la entidad, incluyendo así al propio máximo accionista y destructor del Real Zaragoza, Agapito Iglesias. Y tanta era la vergüenza que sentía, que dijo que si se volvía a repetir un comportamiento parecido, él club tendría que cesarle o él mismo se marcharía.

Viendo cómo se desarrolló el partido del pasado sábado ante la Real Sociedad, parecía que al entrenador andaluz no le podía quedar otra salida que dimitir ipso facto, pues el equipo no demostró en ningún momento capacidad para crear peligro en el área rival y, en cambio, encajó goles con una facilidad tremenda, achacable a una combinación de falta de rasmia y de impotencia nacida de la inferioridad: una falta de actitud ligada a la falta de aptitud. Sin embargo, Jiménez reconoció que el equipo no había funcionado, que había regalado los goles, que a los jugadores les costaba mucho competir, evitó calificar la actitud de sus pupilos cuando le preguntaron por ello, pero… de dimitir nada. «San Sebastián no es Málaga», dijo. Y en eso tenía razón. Sólo que San Sebastián fue peor. Pero si Jiménez sintió vergüenza, no fue tanta como para hacer honor a su compromiso y marcharse. Parece ser que ha optado por la segunda opción que planteó hace casi dos semanas: que sea el club quien le despida. Esta película ya la hemos visto antes. Si el entrenador ha bajado los brazos, difícilmente se puede esperar otra cosa de los jugadores.

Agapito Iglesias, por su parte, ha demostrado en múltiples ocasiones que no siente ninguna vergüenza. Una muestra es cuando aceptó sin mayor problema las declaraciones de Jiménez que le afectaban. Otra todavía más clara fue la semana pasada, cuando publicó esa supuesta intención de vender sus acciones a quien le envíase ¡por e-mail! un «proyecto serio con solvencia económica», criterios que él mismo incumple de largo. Y por si fuera poco, en su entrevista pactada con El Larguero de la SER, Agapito hizo afirmaciones que indican que vive en una realidad paralela, como cuando dijo que la gente que le paraba por la calle para agradecerle su labor destructiva o cuando declaró sin ruborizarse que consideraba normal comprar bienes sin pagarlos.

Así le va a la SAD antiguamente conocida como Real Zaragoza C.D., que próximamente cumplirá 80 años de historia: 74 años con honor y los últimos 6 años dirigida por Agapito Iglesias sin vergüenza sin interrupción.

Por Poyet11

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