Un día menos | La Lupa

Real Zaragoza 0 – 2 Betis

Normalmente contamos la vida en días que van sumando: mañana será un día más, seguido de un día más, de una semana más y un año más y así sucesivamente. Pero un día nos damos cuenta de que hemos dejado atrás más de lo que presumiblemente tenemos por delante y, sin siquiera darnos cuenta, empezamos a contar días menos. Días que nos quedan de disfrutar antes de llegar a un final todavía indefinido, pero inevitable. Y ésta es la sensación que tengo con el Real Zaragoza, salvo que no queda nada que disfrutar.

Si uno mira al pasado, puede que piense que está formado por hechos objetivos. Pero sería muy aventurado afirmar tal cosa. Por ejemplo, en el palmarés histórico del Real Zaragoza, la buena clasificación liguera conseguida en su primera temporada con Agapito Iglesias al frente parece indicar que las cosas se hicieron bien. Y así lo creímos muchos. Por desgracia, la perspectiva del tiempo da la razón a quienes ya entonces veían cosas mal hechas y avisaban de lo que podía venir y de hecho vino enseguida.

También el presente es opinable, claro. No hay más que ver cómo algunos paniaguados se niegan todavía hoy a admitir el carácter ignominioso del tremendo destrozo deportivo, económico e institucional causado por el infame destructor a lo largo de estos años a la entidad que mal dirige junto con una serie de indignos adláteres que no tienen ni la mínima vergüenza de dimitir de sus bien pagados cargos y que, por cierto, no aparecen entre los acreedores del club.

Y si hablamos del futuro, con más razón está sujeto a discusión, pues es evidente que nadie lo puede predecir. Pero sí que podemos hacer pronósticos, basándonos en los indicios que tenemos en un momento determinado. Y en este momento del tiempo, lo que sabemos es que el Real Zaragoza gestionado por Agapito Iglesias se encuentra sumido en el concurso de acreedores con mayor deuda de la historia de la Liga, que tiene por delante largos años de auténtica economía de guerra en los que tendrá que ir devolviendo todo lo que debe sin el menor impago so pena de disolución, que no hay milagro que nos pueda salvar de un descenso a Segunda que reducirá las urgencias de pago pero también los recursos necesarios para hacerles frente, y… lo más importante… que, hoy por hoy, la persona que va a gestionar esta situación tan extrema será la misma persona que la ha generado.

Incluso un buen gestor tendría muy difícil salvar de la desaparición a una entidad que ya habría entrado en liquidación si no fuera una Sociedad Anónima Deportiva de tanta relevancia social, pero… ¿Agapito? Imposible. El destructor ha acabado con cualquier vestigio del Real Zaragoza que conocíamos y, mientras siga al mando, no hay ningún motivo para pensar que sea capaz de hacer otra cosa que continuar destruyendo también al engendro en que lo ha convertido. Con Agapito no hay futuro, tan sólo el final.

Ah, sí, y el lunes hubo partido en La Romareda. Un día menos.

Por Poyet11

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