Fútbol, mentiras y granjas de pollos | La Lupa

Real Madrid 4 – 0 Real Zaragoza

Joe era un granjero que críaba pollos. Sus pollos eran los más fuertes y lustrosos, gracias a que Joe podía costearse los mejores gallos reproductores, podía comprar los mejores piensos y tenía la granja más grande. Había otro granjero, llamémosle Jordi, que también críaba unos pollos tan atractivos o más que Joe. Había muchos más granjeros, claro, pero no tenían el mismo poder económico que Joe y Jordi, a pesar de contar siempre con clientes fieles. Con el tiempo, los pollos se hicieron gallos de pelea y se montaron peleas con público.

Aquello se convirtió en un espectáculo que producía mucho dinero, gracias a la televisión. Pero había un problema. El dinero no se repartía equitativamente, sino que acababa en su mayoría en las sacas de Joe y Jordi, con lo que sus gallos se hacían cada vez más fuertes y competitivos, y si no tenían suficiente con los pollos caseros, siempre había dinero para traer a los gallos más poderosos de otras tierras, y ponerlos a competir como fenómenos de feria, bajo la atenta mirada de la muchedumbre ávida de sangre. Hasta los propios jueces de las peleas se dejaban seducir por el encanto de Joe y Jordi, cortando las escasas posibilidades de los demás. Al final, era casi imposible que gallos de otras granjas resultasen victoriosos.

Y así es como se crea y se alimenta un sistema viciado. Si el dinero, fuente de recursos, va siempre a los mismos competidores, estos se hacen tan poderosos que la igualdad inicial, base del espíritu de justicia que debería impregnar una competición, queda trastocada y adulterada. Al igual que los pollos de Joe y Jordi, el Barcelona y el Real Madrid se han convertido en bestias artificialmente imposibles de batir.

En ocasiones se dice que estos partidos no son más que la lucha de un grande contra un “sparring”. Ese despreciativo enfoque que padecen en la prensa de Madrid y Barcelona se puede transformar, desde el punto de vista resignado de un equipo de provincias, en un entrenamiento fuerte, para calibrar al propio equipo, asumiendo la derrota sin descartar por supuesto la mínima probabilidad de éxito. Y ya está, no merece más nuestra pena este partido. No es un partido justo, no es una competición justa, es un trago que hay que pasar por contrato. Por mí, expulsaría de la liga Española a estos dos equipos viciados, y empezaríamos a jugar al fútbol

Centrándonos en el trabajo realizado por el Real Zaragoza, el marcador es engañoso y no debe por sí mismo llevar a ninguna conclusión. En todo caso resulta molesto de cara al balance de goles encajados. En lo que respecta al juego desplegado, no se perdió nunca la cara, pero fue suficiente un fallo defensivo y el posterior desconcierto para quedar temporalmente fuera del partido. Así y todo, el Zaragoza se sobrepuso, mostró credenciales y acabó controlando el partido y llegando con peligro. Fue un espejismo, pues el juez de gallos se encargó de anular el legal gol de Postiga que hubiera supuesto una apretura incómoda para el Real Madrid. Por supuesto, no hubo intención, fue una jugada rápida y al límite, bla, bla, bla, y unas ostias, con perdón, en vinagre. ¿Por qué nunca se equivocan y anulan un gol así al Madrid? Bah, lo dicho y lo de siempre.

Nuestros jugadores siguen creciendo, haciéndose cada vez más equipo. El papel de Movilla resulta de gran valor, y Victor, Abraham, Montañés, Alvaro y compañía van asentándose. Asimismo, los Roberto, Postiga, Apoño y Sapunaru no están defraudando. Ahora viene un partido importante antes de jugar contra el otro “pollo supremo”. Será importante sumar los tres puntos para poder seguir en el camino bueno, ese que debe alejar a los fantasmas de nuestro pasado más reciente y así tratar de atisbar qué hay más allá.

Por Ron Peter

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