No, no se puede | La Lupa

Betis 4 – 0 Real Zaragoza

Cada mañana en Africa, una gacela se despierta. Tiene que correr rápido, o será devorada por un león. Cada mañana en Africa, un león se despierta. Tiene que correr más rápido que la gacela, o morirá de hambre. No importa si eres león o gacela. Cada mañana, cuando te levantes, corre, CORRE!!! Todo esto dice un, parece ser, proverbio africano, reciclado por los gurús del management como máxima para motivar en entornos competitivos. Después de lo visto el domingo, si el Real Zaragoza fuese una gacela se la comen seguro, y si fuese león, no se jamaría ni al antílope más empanado.

No hay manera. Cuando has dejado atrás todo un rosario de oportunidades en la liga, cuando echando la vista atrás a muchos de los partidos ya jugados ves la cantidad de veces en las que tuviste la salvación a tiro, sin ir más lejos contra el Bilbao, cuando estás ante la salvación más barata de los últimos años, en este penúltimo envite en el que tendrías que salir a comerte la hierba del campo vas y te dejas meter un gol a los quince segundos, con una risa de defensa, con un portero desencajado, con un equipo inarticulado, incapaz de crear (siendo generoso) más allá de cinco minutos rascados de fútbol y solo cuando el rival, en su magnanimidad, considera oportuno no seguir alargando el castigo.

Ha habido milagros en el pasado. En esta tierra somos expertos en vivirlo. Pero hasta el año pasado, con todo, era más fácil. Ahora, es simplemente una utopía. La fúnebre secuencia que conduce hasta la Segunda División y que empezó lentamente hace tres años, con sucesivas paradas en Valencia (Levante) y en Getafe, concluirá este fin de semana. Caronte, el barquero del infierno, debe estar contento. Le ha costado, pero al fin nos tiene ahí. El sábado dormiremos en segunda división y todo habrá concluido. No creo ni siquiera que se le gane al Atlético de Madrid.

Y ya vale de fanfarrias y de caretas. Digámoslo claro. No se puede, ni merece la pena aunque se pudiese, seguir así, con estos miserables al frente de nuestro Real Zaragoza. Alfonso Solans, el anterior máximo mandatario, fue denostado en su día hasta la saciedad, calificado de muchas maneras, desde aburrido hasta rácano, desde pansinsal hasta incapaz. Y sin embargo, con todo lo plana que fue esa etapa, incluido un descenso, nunca este club tuvo la imagen exterior tan depauperada.

Agapito Iglesias tiene que marcharse. Ha demostrado claramente el tipo de persona que es, y el tipo de gestor que no es. Imprevisible, errático, incapaz de planificar desde un punto de vista deportivo. Ante todo, es interesado. Resulta inexplicable su contumacia al frente de una empresa aparentemente despatrimonializada. ¿Por qué? ¿Qué intereses hay? ¿De dónde sale el dinero? Si las cuentas no cuadran, ¿de quien es la culpa?¿Por que otros han caído con mucho menos?¿Por qué se deja en sus manos una institución tan emblemática y tan querida por tantos miles de personas? ¡Hagan algo!

A pesar de la ruina provocada, todo el mundo en el fútbol español sabe que este equipo es grande gracias a su Historia, y sobre todo gracias a su afición, que es la que alimenta esa Historia, más allá de entrenadores, jugadores y gestores. La afición es quien sostiene y sin la cual, el club no existiría.

Adios amigos. Hasta el año que viene o hasta cuando quiera que sea que el zaragocismo nos vuelva a juntar.

Por Ron Peter

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