El Nudo Gordiano | La Lupa

Levante 0 – 0 Real Zaragoza

Cuentan las crónicas que hace mucho, mucho tiempo existía en Frigia un nudo imposible con el que el campesino Gordias había unido sus bueyes a la yunta de su carro. Se decía que aquel que lo desfaciera se convertiría en Rey de toda Asia.

Acertó a pasar por allí un joven conquistador llamado Alejandro que lejos de perder el tiempo en desanudar el enredo lo cortó a la brava con un tajo de su espada dejando para la posteridad la famosa afirmación de que ‘tanto monta’ deshacerlo que cortarlo que más tarde adornaría en la recién nacida España la divisa de sus católicas majestades.

Los zaragocistas llevamos 5 años intentando deshacer el embrollo y hasta ahora nadie ha tenido la feliz idea de cortar por lo sano y cauterizar el mal que tanto monta que sea un nudo que un despreciable especulador soriano.

La visita a Valencia se presentaba (una vez más y van tantas que hasta la memoria falla ya) como vital, renacidos cual Ave Fénix de nuestras podridas cenizas después de haber conseguido encadenar dos vitales triunfos consecutivos. Y una vez más el Real zaragoza demostró que si consigue la permanencia será no por méritos propios sino porque los que le acompañan en esta travesía del desierto son, como poco, tan malos como nosotros.

Que aquel que no se frotase los ojos con una mezcla de incredulidad e indignación durante el primer tiempo del partido contra los granotas levante la mano. Fue vergonzoso, lamentable y descorazonador. Cierto es que el empuje levantinista era desconcertante, querían lavar la ropa sucia (que la tienen y mucha) a costa de arrasar al Zaragoza. Y a punto estuvieron.

Y no fue nuestra resistencia la que lo evitó, sino solo la suerte, en forma de desaciertos de un equipo que dista bastante de ser una máquina de hacer fútbol y aun así nos da varias docenas de vueltas. Una suerte encarnada además en un Gil Manzano que no solo no nos perjudicó sino que nos echó una mano para agarrarnos cuándo nos hundíamos sin remisión, anulando un gol que era fuera de juego pero por milímetros y no pitando un penalti claro en el área blanquilla, así que ya hasta las manidas excusas del judeomasónico complot antizaragocista se acaban.

El segundo tiempo no fue ninguna maravilla, pero gracias a la inferioridad numérica de los granotas pudimos aguantar, que ni los arrestos para intentar de forma clara la victoria tuvimos, en un cansino ejercicio de aparente control como si fuéramos sobrados de puntos.

Y es que, y ya perdonarán ustedes por la insistencia, esto da más pena que otra cosa. El nudo se nos resiste y nadie se atreve a cortarlo. La luz que se atisba al final del oscuro tunel es solo un farolillo que ojala nos guie, pero solo servirá para mostrarnos que la gruta continúa y que ni tan siquiera se intuye la salida, porque mientras el carcelero tenga las llaves, este equipo está condenado a vagar por las lúgubres y oscuras oquedades hasta que un mal paso nos haga dar un traspies que nos haga caer de nuevo al abismo.

Cierto es que la permanencia está ahí y que depende de nosotros. Pero eso no es necesariamente una buena noticia vista la desidia y la caraja con la que los blanquillos empezaron el partido en Valencia. Ahora el Athletic, matemáticamente salvado… y a seguir corriendo cual conejo blanco del País de las Maravillas para poder seguir en el mismo sitio.

Pero qué le vamos a hacer. Es lo que hay. Ya hasta las carcajadas de Sísifo me parece escuchar, complacido al no sentirse el único que pelea denodadamente para volver a empezar al día siguiente… ¿Cuál habrá sido el delito de la afición blanquilla para merecer semejante condena?

Por Gualterio Malatesta

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