Viajar en el tiempo | La Lupa

Real Zaragoza 3 – 0 Rayo Vallecano

Viajar en el tiempo ha sido siempre, ya desde los días en los que los primeros contadores de historias hablaban sentados frente a la hoguera tribal, una idea fascinante para el ser humano. Siempre ha habido quienes se preguntaban por el futuro incierto, y quienes, sobre todo en épocas decadentes, suspiraban por un pasado que se fue. El domingo en La Romareda pareció abrirse una ventana a un tiempo lejano, diferente por desgracia del actual, en el que el fútbol era a las cinco de la tarde y el Real Zaragoza acostumbraba a ganar los partidos en su casa.

En efecto, el partido contra el Rayo recordó a otros tiempos, cuando el equipo no pasaba más apuros que los justos, cuando el dominio del juego solía ser patrimonio no negociable, y cuando la mayoría de los rivales salían a verlas venir, a resistir con dignidad, para ser más tarde o más temprano, doblegados con el acierto de los brillantes y con el oficio de los currantes. En aquel entonces, las derrotas escocían muchísimo, incluso frente a Madrid o Barcelona. Contra otros equipos eran simplemente una humillación cuyo recuerdo se mantenía en el tiempo, por infrecuente. Y los empates dejaban en la parroquia un regusto amargo de oportunidad perdida.

Habrá quien lea esto, gente joven, de pocos años vividos y muchos por vivir, que puedan pensar que este discurso impregnado de añoranza no es más que un espejismo de la memoria, que la mediocridad fue siempre el tono de fondo. Y no es verdad. Habrá que insistir las veces que haga falta en que a pesar de llevar los últimos años como fulana por rastrojo, haciendo la travesía en el desierto una y otra vez, hubo un tiempo en el que uno, aficionado al Zaragoza, iba al campo, veía fútbol, departía con los amigos en la barra correspondiente, y se volvía a casa con la sensación de haber pasado una tarde provechosa.

Es por eso que esta victoria por tres a cero, además de ser balsámica y reconstituyente, es una ocasión para la reflexión. Es un potente ejemplo de cómo se pueden lograr las cosas si además de tener un arbitraje que no te perjudica, los jugadores salen sin nervios y manteniendo la concentración durante todo el partido. No hubo fallos estrepitosos, la defensa y el portero estuvieron templados. No hubo tampoco brillantez, pero Apoño y Pinter hicieron un buen partido. Arriba, hubo hambre de goles. Hubo tres y además Rochina y Postiga lo intentaron. Esta reacción debería haber llegado antes, pero más vale tarde que nunca. Aunque no se ha conseguido nada, al menos se frenado la tendencia descendente. Y esto muestra el camino a seguir en lo poco que queda de liga.

Hablando de viajes en el tiempo, merece la pena echar la vista atrás y recordar que esta temporada supondrá el décimo año de edad para esta sección. Diez años de “lupas”, diez años disfrutando y padeciendo con nuestro equipo, desde aquel con los Savio, Villa, Milito, Soriano, Galletti, etc…, el año de Copa en Montjuic. Fue hermoso vivir aquel año, y no menos recordarlo, y pensar en que lo que fuimos, debería ser el faro al que mirar, cuando necesitemos algo de luz que nos haga entender que se puede, y no solo se puede sino que se debe…salir de la oscuridad.

Por Ron Peter

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