El Yin, el Yang y el Jung | La Lupa

Real Zaragoza 3 – 1 Osasuna

En aras del manido y necesario equilibrio, todo superhéroe que se precie debe tener una poderosa Némesis, un archienemigo que le ponga siempre contra las cuerdas y le obligue, una y otra vez, a dar lo mejor de sí para vencerle.

Se hace difícil imaginar a Batman sin la siniestra risa del Joker, a nuestro amistoso vecino el “trepamuros” sin esquivar las explosivas calabazas del Duende Verde o a Sheldon Lee Cooper sin cruzarse hirientes descalificaciones con Leslie Winkle.

Ese secular enfrentamiento, esa desproporcionada “archienemistad”, suele perderse en el origen de los tiempos y solo los más viejos del lugar recuerdan cuándo y por qué empezaron, pero enraízan sólidamente en el inconsciente colectivo generación tras generación y todo el mundo tiene claro quién es el enemigo y que batirle no es una opción, sino un deber.

A La Romareda llegaba el sábado nuestro “archivillano” favorito, el enemigo en estado puro, aquel cuyo sometimiento genera satisfacción plena, aquel contra el que una derrota es mucho más que 3 puntos perdidos. No es un partido más. De hecho, podría decirse que ni siquiera es solo un partido, sino un ritual atávico.

El campo presentaba poco más de media entrada, normal con el disparate de horarios que alguna mente preclara ha decido instaurar en esta disparatada liga diseñada “Ad Maiorem Gloriam” de 2, en la que al menos una docena de equipos son simple comparsa, carne de cañón a los que la mínima reiteración de errores puede ponerles en serios apuros. Pero a pesar de ello, se respiraba un ambiente especial, una especie de rumor en el aire que revelaba que no era un partido cualquiera y que era el día de estar todos a una y nunca mejor dicho.

Y el Real Zaragoza pareció contagiarse de ese afán, por que salió a la carga, dispuesto a golpear primero e inclinar la balanza a su favor. Y todo funcionó bien. Un toque de Apoño, de esos que según quien lo realice o lo juzgue puede calificarse de magistral o afortunado, y una brillante prolongación con la cabeza de Víctor Rodríguez, dejó a Helder Postiga solo ante el meta rojillo. Y el portugués no perdonó. Un Gol de bella factura y un buen comienzo.

Pero la alegría en el juego y en la grada no duró demasiado, y los rojillos, poco a poco, se apoderaron del centro del campo hasta lograr el empate en un lamentable fallo encadenado de los blanquillos y los viejos y nuevos fantasmas empezaron a campar a sus anchas por el municipal.

El cambio de sistema no se engranó bien, Romaric estaba fuera de sitio (y es que es complicado estar centrado con un estado de forma tan precario) y Apoño se difuminó. Por momentos los nervios se apoderaron de la grada que veía más cerca un nuevo gol del rival que la reacción local. Pero Osasuna no supo pescar en ese río revuelto y la fortuna se alió con los nuestros en forma de centro chut de un bullidor Víctor que fue desviado lo suficiente por el central navarro para colarse en la portería del Osasuna. Era uno de esos momentos calificados como psicológicos, no había tiempo para más y el Real Zaragoza salía vivo y en franquicia de un primer tiempo espeso y poco tranquilizador.

La charla de Jiménez en el descanso indudablemente funcionó. Porque el Real Zaragoza volvió a salir al campo con ganas y empuje, volvió a achuchar al rival y volvió a dar buenas sensaciones. Y entonces llegó uno de esos momentos curiosos, entrañables y para recordar. La Romareda puesta en pie ovacionó el retorno de Movilla, el último jugador de aquellos que nos traen hermosos recuerdos de un pasado mejor, de cuándo el Real Zaragoza aún infundía respeto. Y lejos de ser una anécdota, su entrada en el campo aportó dinamismo y empuje. Se ofreció, movió la pelota con criterio y en un balón disputado en el área forzó el penalti que iba a devolver la tranquilidad y la placidez al partido. Y es que más sabe el diablo por viejo que por diablo.

De ahí hasta el final, fiesta, alegría por derrotar al enemigo y placidez por un partido que estaba claramente sentenciado.

Solo un apunte final: Romaric puede ser una cabezonada de Jiménez, pero también lo son José Mari y Víctor. Y si uno no está saliendo correctamente, los otros están funcionando sorprendentemente bien, así que al César lo que es del César. Jiménez merece mucho respeto y buen crédito. Y ponerse nervioso tan pronto no sirve para nada. Y lo mismo puede leerse a la inversa. 6 puntos en 5 partidos no presagian una temporada fácil. Así que tranquilidad y buenos alimentos, que esto no ha hecho sino empezar.

Por Gualterio Malatesta

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