La caja de Schrödinger | La Lupa
Mallorca 2 – 4 Real Zaragoza
En 1935, el físico Erwin Schrödinger concibió un experimento imaginario para tratar de explicar los enigmas de la física cuántica. Planteó un sistema consistente en una caja cerrada y opaca. En su interior, una botella de gas venenoso unida a un mecanismo con una probabilidad del 50% de liberar el gas. Y además, un gato inicialmente vivo. Se cierra la caja, y se espera. Transcurrido el tiempo, según la física clásica, el gato estará vivo o estará muerto. Según la mecánica cuántica, en cambio, el gato estará a la vez en estado “vivo” y en estado “muerto”.
¿Cómo está realmente el gato?¿Se trata del gato zaragocista del que hablaba Falcao en la lupa del Barcelona B, ese gato que debía cazar ratones pero que se veía rebasado por las circunstancias?, o ¿es un gato más estilizado y ambicioso que está aprendiendo a manejarse? Para saberlo, no queda más remedio que abrir la caja.
Cada partido del Real Zaragoza se transforma en una caja de Schrödinger, de la cual no sabes a ciencia cierta si va a salir el tema vivo o el tema muerto, una caja de sorpresas manejada por el mago Herrera. Este hombre, que tiene la curiosa propiedad de mostrarse optimista tras partidos horribles (le pasó tras el Alavés y luego se ganó al Tenerife, le pasó tras el Recre, y ya ves…), sortea de nuevo el alambre y, como los ilusionistas que fingen el fallo y acaban aplicando el truco maestro, consigue en el último momento el asombro del público y el aplauso de la afición. Un aplauso hoy merecido. Por todos. Porque el gato salió vivo de la caja, convertido en un león y se comió una buena ensaimada Mallorquina.
Que ya tocaba, hombre. Tanta desgracia y penuria asociadas a los viajes a la isla. Pues eso ayer saltó en mil pedazos. Ya tocaba ver un buen partido, un gran partido, de nuestro equipo. Quizás el mejor en los últimos años. Con una solvencia casi desconocida, se mostró contundente en la propuesta, sin dejarse amilanar por los locales. Poco a poco, con soltura y descaro, el ataque blanquiazul dejó listo el marcador en tres zarpazos. Tres goles magníficos y con diversos protagonistas. Pero además, el equipo supo estar en las duras y en las maduras. Cuando el árbitro decidió romper el partido con sus decisiones, también el Real Zaragoza supo mantenerse rocoso, sufriendo, pero firme, sin dejarse llevar por la desesperación ni la inseguridad. La segunda parte es un ejemplo de resistencia a un asedio, y lejos de derretirse en un enroque suicida, saber aplicar las armas del contraataque para asestar el golpe final al adversario.
Es un gran día para los nombres propios. Montañés y Victor han encontrado en Henríquez ese hombre perfecto. Es un delantero con hambre, y muy hábil. Recuerda a otros que se hicieron grandes entre nosotros. Es lo que necesitamos. También Barquero parece renacer. Acevedo y David Cortés también mejoraron la imagen que se tenía de ellos.
A veces estas cosas pasan. Así como a veces las partículas subatómicas se comportan de una manera que obliga a inventar nuevas ecuaciones, y de repente pasan cosas que parecen brujería, también sucede en el deporte que, de repente, varios componentes de un equipo dan a la vez un pequeño paso, y un conglomerado amorfo se transforma en un equipo conjuntado.
Esto es lo que todos queremos: un Zaragoza con autoridad, con confianza, capaz de vencer en cualquier campo. Sabemos que es difícil ver esto todos los días pero al menos sabemos que lo pueden hacer. Tienen que seguir creciendo en conjunción, en confianza propia, tienen que “creérselo”. Hay carencias duras de corregir, como la defensa de balones aéreos o la creación en el centro del campo, y hay que seguir trabajando en ello.
Cada partido ahora parece una caja de Schrödinger, con su correspondiente incertidumbre. Hoy salió el gato vivo. Lo que hay que conseguir es que el gato que hay dentro se haga tan robusto que ningún gas venenoso pueda con él y así poder decirle a Schrödinger que hemos resuelto el enigma. En fin, todo esto son metáforas. Menos mal que Agapito no se dedica a la física cuántica. No sé qué sería de nuestro Universo conocido.
Por Ron Peter
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