Escombros | La Lupa

Ponferradina 4 – 2 Real Zaragoza

El saco de adjetivos pesimistas se agota cuando se trata de hablar de nuestro Real Zaragoza. El hastío se apodera de todos al ver al equipo caer una y otra vez. Hasta la palabra “equipo” se hace complicada de usar cuando se trata más bien de una colección de jugadores y exjugadores que salen al campo a hacer no se sabe muy bien el qué. Sin ideas, sin sensación de conjunto, funcionando a impulsos esporádicos que no sirven para gran cosa, y que por supuesto, poco pueden hacer contra equipos rivales compuestos por jugadores desconocidos y de escasa calidad, pero dotados de una voluntad que ahora mismo el Zaragoza no posee.

Cuando se cumplen diez años de la última gran victoria, de esa última Copa del Rey conquistada contra el Real Madrid de las galaxias, se hace más fuerte el contraste al pisar la realidad actual. Todo ese tiempo lleva la decadencia instalada entre nosotros. Y cuando parece que el fondo está cerca, que no se puede bajar más, todavía hay margen para el estupor. ¿Hasta dónde llegará esto? No se sabe, pero desde luego hay cosas que ya se pueden ir intuyendo.

Uno de los principios a seguir al entrar en un entorno diferente, es adaptarse a las circunstancias. En ese sentido, el Real Zaragoza se ha mimetizado tanto en la Segunda División, que ha hecho suya la mediocridad y la ineficacia hasta el punto de olvidarse de sus orígenes. Es cierto que hay que salir de la categoría, pero por arriba, no por abajo. Y es que es hacia abajo hacia donde nos dirigimos. Parece ya improbable que se produzca el ascenso a Primera División. Esto conlleva un claro peligro. Se ha visto muchas veces en el mundo del fútbol. El hecho de que un equipo no llegue al objetivo previsto puede acarrear un desánimo general que conduzca al efecto completamente opuesto: partidos que duren 30 minutos, desorden, caos, y hundimiento al final.

En ese sentido, el cambio de entrenador era justo y necesario. Herrera ha sido completamente superado por las circunstancias. Desde el principio no lo tuvo fácil, pero eso ya venía en el precio. En 30 jornadas ha sido incapaz de formar un conjunto que lleve el control del juego. Nada más que hablar. Hace años, enfrentarse con un equipo de segunda en la Copa, y no ganarle, era inusual, y se consideraba un poquito humillante. Hoy en día, el Real Zaragoza lleva seis partidos seguidos sin ganar a equipos de segunda. Me gustaría presenciar un partido contra el filial. ¿Quién de los dos ganaría?

Hubo un tiempo en el que hablábamos de fútbol, de tácticas, del desarrollo del partido, pero todo pasa a segundo plano cuando todo lo que se percibe son escombros. A esto nos han llevado estos miserables que se han servido del club para sus propios intereses. Impulsados por la avaricia y guiados por su estupidez, engendraron una deuda económica inasumible para nadie honesto y cuerdo y un daño moral irreparable para Zaragoza y Aragón.

Por Ron Peter

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