Aristóteles (siglo IV a.C.) sostenía la imposibilidad de que existiera un espacio que no contuviera aire, puesto que la naturaleza aborrecía el vacío. Más adelante, en el Siglo XVII, y siguiendo las ideas de Galileo Galilei, Torricelli demostró la existencia del vacío con su experimento sobre la presión del aire. El vacío existe, y el vacío deportivo, también. De hecho, el Real Zaragoza parece dirigirse hacia allí, con la precisión equidistante de lo insustancial.
Situado desde hace ya algunas semanas lejos de las posiciones de poder en la tabla clasificatoria de la segunda división, el equipo zaragozano llegó a tontear peligrosamente con la zona de descenso, alejándose de momento con 8 puntos en 4 partidos. En Gerona, la punta más nororiental de España, se presentaba una nueva oportunidad de seguir escalando, de aprovechar la oscilación positiva que parecía ser tendencia. Sin embargo, otra lastimera derrota, de esas a las que nos tiene acostumbrados este equipo, vino a enterrar las pequeñas aspiraciones que en algunos se habían desperezado.
El conjunto da lo que da, y es lo que hay. Un fallo defensivo relativamente temprano dibujó un guión ya visto: empanada inicial y posteriores urgencias. Tras esto, llegó una fase de aparente dominio que no obtuvo fruto. Este equipo tiene muchas carencias. No existe un centro del campo efectivo. Una cosa es querer colocar jugadores allí, y otra es que realmente ejerzan la función de organización del equipo y de coordinación entre creación de jugadas y contención de ataques enemigos. Ya se encargó Pitarch de no fichar a nadie y de además, eliminar a Movilla, que aunque no fuera una panacea, aún estaría dando algún pase. El entrenador se ve en la tesitura de probar con Arzo, Cidoncha o Victor Rodriguez en esas funciones. Sin comentarios.
Pero es que encima, hubo ocasiones de gol. En esta categoría, aún sin un centro del campo que domine la posesión del balón, pueden hacerse goles. Henríquez y Roger tuvieron sus momentos, y no supieron enfocar los disparos. El fútbol tiene estas cosas, pudo haberse ganado con dos o tres goles. Pero si además, cometes fallos en defensa o en la portería, la derrota es lo que te llevas. Una vez más. Una derrota que deja al Zaragoza en medio de ninguna parte, en el vacío de la media tabla.
Pero el vacío da miedo. De hecho, existe una expresión ”horror vacui “(miedo al vacío) que se emplea en la historia del arte, especialmente en la pintura, para describir el frenesí por rellenar cualquier espacio vacío en una obra de arte con algún tipo de diseño o imagen, como si la nada nos condujese a la locura. Quedan seis partidos, y hay que hacer lo posible para rellenar cuanto antes el casillero de puntos, al menos hasta estar seguros de huir del pozo de la nada.
Por Ron Peter
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