No somos candidatos al Oscar | La Lupa

Real Zaragoza 2 – 1 Ponferradina

Tenemos que ser sinceros y admitir que hace poco más de una semana nos hubiera parecido un sueño, casi una utopía, el simple planteamiento de que el Real Zaragoza estuviera a cero puntos de los play-off y a tres del ascenso directo; también tendremos que reconocer que cuando poco después de que el reloj señalara las 8 de la tarde del domingo el árbitro del partido Zaragoza-Ponferradina juntó los brazos y señaló a los 22 jugadores que se encontraban en el campo el túnel de vestuarios, los zaragocistas no sólo respiramos, que buena falta hacía, sino que sentimos en nuestro interior esa especial satisfacción que mezcla el descanso con la alegría, algo que solamente notamos cuando nuestro equipo se lleva el gato al agua. Pero una vez pasados los lógicos instantes de euforia, la nobleza y la sinceridad propias del carácter aragonés nos forzaron irremediablemente a reconocer que la victoria había sido afortunada y nuestro equipo había estado a nivel muy bajo, quedando a todos claro que las cosas no marchan bien … o que queda mucho por mejorar, frase que parece menos frustrante.

Como zaragocista que ya ha pasado la barrera de los 50 he conocido ya cinco descensos, con las consiguientes campañas en 2ª división; en las cuatro ocasiones anteriores hubo final feliz, aunque en ninguna de ellas la cosa fue fácil, en absoluto. Pero siempre el Zaragoza imponía allá donde pasaba una jerarquía, un punto de imperio sobre el resto de los equipos que solía ser abrumadora en La Romareda. Ahora ya no es así, nuestro Zaragoza, seamos valientes –y realistas- al admitirlo, es un conjunto tan vulgar y limitado como la mayoría de los que forman la Liga Adelante y en los partidos de casa está sufriendo la humillación de ver como equipos de clase B controlan la situación mucho mejor que los blanquillos. Este es uno de nuestros principales problemas: ya no somos la estrella de la categoría, se ha perdido la etiqueta de favoritos y habrá que partirse la cara cada domingo: conseguir la meta del ascenso es a estas alturas algo absolutamente impredecible … y más vale que no nos pongamos a “predecir”. Ser la estrella de la categoría puede tener sus inconvenientes: eres el enemigo a batir, los rivales se emplean como nunca cuando juegas contra ellos, hay una exigencia especial, todos quieren ganarte a toda costa, … pero a la larga la calidad, la experiencia y el saber estar termina imponiéndose. El Zaragoza de hoy no acredita estas virtudes, ya no es el gallito de 2ª división y cuando se enfrenta a Mirandés, Lugo o Ponferradina ya no se nota quién posee la jerarquía.

No sería bueno, ni posiblemente justo, ser exclusivamente negativo tras una victoria que nos ha catapultado, esperemos que definitivamente, a la lucha por las primeras plazas; en la plantilla de nuestro equipo no hay candidatos al Oscar, aunque cada domingo van apareciendo buenos actores secundarios, y así cabe destacar las excelentes actuaciones de Montañés en los últimos partidos, la aparición, aunque sea en papeles poco lucidos, de intérpretes útiles como Acevedo, Rico o Cortés, los visos de estrella de Henríquez, algunas poses de Víctor Rodríguez –es de agradecer que alguien comience a tirar bien las faltas directas- y el papel últimamente decisivo de Leo Franco, que viene a ser como uno de esos actores que no terminan de caer bien a los cinéfilos, a quienes cuesta hacer de ellos una crítica positiva.

Siguiendo con el símil, mucho me temo que no pasamos de “Cine de Barrio”, y que en cada rodaje se repiten las mismas pifias, errores en los que incurren hasta los extras. Ya nos han marcado cinco goles de cabeza, y lo más triste del caso es que no nos pilla de nuevas, es algo que se veía venir: ya hace año y medio Manolo Jiménez reclamó dos centrales y le trajeron a Loovens en verano y a nadie en invierno, mientras que al bueno de Paco Herrera le han vuelto a torear. La pareja de centrales de ayer no da ninguna garantía y si se falla en defensa domingo tras domingo no cabe hablar de jugadores que decepcionan ni de necesidad de entrenar mejor, sino sencilla y llanamente de irresponsabilidad de quien non ha sabido o querido llenar los huecos. Y a eso cabe añadir un medio campo limitadísimo; Acevedo debería ser escudero y le toca el papel de líder, mientras que cada día entendemos menos la presencia de Mario Paglialunga, hasta ahora actor de tercera fila, un volante que es posible que cumpla en el trabajo sucio, pero que termina desempeñando esa función que en el “cole” denominábamos “defensa estorbo”. Misión del director de escena debería ser buscar alternativas, atreverse a utilizar actores con futuro, porque hay algunos que necesitan un descanso forzado ya.

Ya sabíamos que el año iba a ser duro; las cosas comenzaron muy mal y ahora al menos han llegado los resultados. Esperemos que no se fíen de la trayectoria -4 victorias de 5 partidos es un bagaje formidable- porque esta película nos tiene patidifusos y no sabemos si quienes andan entre bastidores saben muy bien cómo enfocar el final.

Por Falçao

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