La vida en un penalty | La Lupa

Real Zaragoza 1 – 1 Mallorca

En el corazón del hincha, incluso en el más desencantado, siempre anida la esperanza de un golpe de suerte, de un hecho inesperado, que cambie el destino. Una victoria que enderece el rumbo de un año desastroso, un gol al inicio del segundo tiempo que de inicio a una remontada, un jugador que aparezca en el equipo y haga de revulsivo…

Por ello, cuando en el minuto 43 de la segunda parte del partido ante el Real Mallorca se señaló penalty, toda la hinchada zaragocista, ya estuviera en las despobladas gradas, tras el televisor o símplemente siguiendo el resultado, contuvo el aliento. Tras un partido lamentable, donde los dos equipos desnudaron sus miserias, sin mejoría alguna, el destino ponía en bandeja una victoria vital. Seguro que su mente empezó a hacer travesuras. ¿Y si con este gol empieza la buena racha?¿Y si de repente esta plantilla aprende a jugar, a pasarle al de blanco?¿Y si Agapito vende?¿Y si vende a alguien que no es Pitarch, serio, con mitos zaragocistas en el equipo?

Al ver a Luis García prepararse para lanzar, un escalofrío recorre el espinazo del aficionado blanquillo. Parece un mal augurio. Pero quien sabe, quizá este gol sea la reconciliación de Luis. Otra vez la eterna esperanza…

Una vez fallado el lanzamiento, el castillo de naipes se desvanece. Un penalty en el que iba la vida, se convierte en un tenebroso resumen del año, del club. Mal tirado, sin fuerza ni convicción. Lanzado por el jugador bandera del entrenador, con el que iría a la guerra, en terrible unión para el fracaso. Un futbolista crepuscular para un preparador desnortado.

La mano de Miño cercenó de nuevo las escasas esperanzas de la hinchada blanquilla. El guardameta mallorquinista atajó un disparo blando, que avanzó a trompicones, como la temporada blanquilla. Esta parada mandó por el sumidero las tenues opciones de ascenso y condenó al equipo blanquillo a mirar para abajo, a tratar de evitar un desastre mayor.

La desolación ocupa tras ese momento el espacio que ocupaba la esperanza. No va a haber racha positiva. No van a aprender a jugar. Seguro que Pitarch compra. ¿Y los mitos? Ni están ni se les espera. Nunca acudieron al rescate.

Nunca un lanzamiento desde el punto de penalty fue tan buena metáfora de un club y de una temporada. De cómo se tiran por la borda las más mínimas esperanzas de salvación. Hasta su otro nombre resulta descriptivo de cómo abandonaba el estadio el aficionado: pena máxima.

Por Kicooper

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