Alivio y esperanza | La Lupa
Real Zaragoza 1 – 0 Alavés
La tarde del pasado sábado, cuando el colegiado del partido indicó el final del mismo, la Romareda estalló de júbilo como si de un título se tratara. A efectos prácticos, no eran más que tres puntos en una liga interminable, casi una gota en un océano. Sin embargo, la victoria del pasado sábado significó bastante más. La Fundación, la plantilla y el zaragocismo entero tenían la necesidad perentoria de una victoria que ahuyentase fantasmas y diera algo de tranquilidad a esta nueva etapa, con demasiados desafíos dentro y fuera del campo, necesitada de buenas noticias que pongan cimientos a un optimismo que, desde las cotas máximas de euforia julio, había venido menguando por distintos reveses.
El partido del cuadro blanquillo no fue ni mucho menos redondo, con un arranque muy dubitativo y muchos nervios finales, fruto de la inseguridad adquirida tras la pérdida de 4 puntos en los instantes finales de los dos últimos choques en casa, pero sí dejó varios aspectos positivos que, con la tranquilidad conseguida tras los tres puntos, pueden ser la base para el crecimiento del equipo y generan bastante esperanza.
La pareja Dorca – Ruiz de Galarreta, cuando está entonada como el último tramo del primer tiempo y el inicio del segundo, puede resultar básica para desnivelar partidos en esta categoría tan falta de calidad. Ruiz de Galarreta dispone de una visión de juego muy poco común en Segunda División, y la presencia de Dorca, con su rigor táctico, permite un equilibrio en el centro del campo que, cuando gane en regularidad, convertirá al conjunto zaragocista en algo mucho más peligroso.
Borja Bastón ha demostrado ya que este año sí se dispone de un delantero goleador. Trabajador y certero, Borja se ha ganado ya a la parroquia local. Un delantero de estas características es fundamental para sobrevivir en la categoría. Su compañero en la delantera, William José, dejó detalles más esperanzadores que en sus dos apariciones previas, sobre todo a la hora de generar juego. Crear una sociedad entre ambos sería básico para poder generar peligro en partidos tan cerrados como los que se suelen dar en segunda.
Por último, la aparición más ilusionante del sábado pasado fue la de Eldin Hadzic. Su salida sirvió para ver los mejores momentos del Real Zaragoza. Siempre peligroso en su banda, con detalles técnicos que en alguna ocasión despertaron la admiración del respetable, combinativo con William José, y entendiendo siempre lo que necesitaba el partido (los minutos finales fueron ejemplares), Eldin llamó con fuerza a las puertas de la titularidad. Lastrado por una pretemporada atípica, Eldin mejora conforme adquiere forma y ritmo de juego. En plenitud, puede ser una pieza fundamental en este Real Zaragoza.
Se debe aprovechar esta nueva tranquilidad para que esta semana, con concentración en tierras catalanas incluida, sirva para trabajar en los aspectos defensivos. Fue el aspecto menos positivo de la tarde del sábado, con varios errores probablemente fruto del nerviosismo.
Mención aparte merece la afición de la Romareda. Comandada por un Ligallo Fondo Norte que estuvo sublime, la afición llevó en volandas al equipo en cuanto notó que las fuerzas empezaban a fallar. La Romareda supo apreciar el esfuerzo de los suyos, estando a su lado hasta el final y celebrando en comunión con el equipo el triunfo. Se demostró de nuevo que si existe compromiso y entrega de la plantilla, la afición va a estar con ellos.
El zaragocismo suspiró aliviado el sábado. Se ha superado una situación compleja y se gana tiempo para seguir trabajando un equipo que, no olvidemos, no ha dispuesto de una pretemporada normal. La victoria ante el Llagostera serviría para que los aficionados blanquillos pasaran del alivio a la ilusión, algo que no se ha tenido en los últimos años. Sería un bonito cambio.
Por Kicooper
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