La equis de los sentimientos encontrados | La Lupa

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Ponferradina 1 – 1 Real Zaragoza

El partido que se jugó el domingo por la mañana en “El Toralín” venía marcado con la etiqueta de “fundamental”, y en esta ocasión tal consideración parecía más justificada que nunca. Una derrota en Ponferrada dejaría la disputa del “Play-óff” como misión prácticamente imposible, mientras que de ganar a la Ponfe la autopista quedaría despejada y al Real Zaragoza le bastaría con amarrar unos cuantos puntos y dedicarse a preparar unas eliminatorias cuyo final feliz es hoy en día casi una utopía.

Como en tantas ocasiones el equipo se quedó a mitad de camino y, al finalizar el partido, nuestras sensaciones iban del respiro al agobio: nos habíamos quitado un peso de encima, pues se había recuperado la ansiada sexta plaza y las aspiraciones seguían intactas, pero, por enésima vez, se había sido incapaz de aguantar un resultado a favor –poniéndose por delante avanzada la 2ª parte debería ser imperdonable dejarse empatar- y el juego del equipo, como hace semanas que ocurre, no había entusiasmado nada.

Como era de esperar el resultado obtenido en la comarca del Bierzo ha traído consigo reacciones para todos los gustos; hay quien piensa que es un éxito regresar a zona con premio y que conseguir un punto siempre es sumar, mientras otros lamentan la falta de ambición, la desacertada administración de la renta que supuso el gol de Borja Bastón…, en definitiva quienes ven en el empate mañanero una nueva oportunidad perdida. No cabe duda de que a una semana de celebrar los 20 años de la mayor hazaña del Real Zaragoza en toda su historia, duele en el alma andar sufriendo por conseguir una sexta plaza que hasta hace pocos años no suponía nada en la división de plata, pero también es cierto –a mí me ocurre- que termina siendo cansino escuchar domingo tras domingo, día tras día, quejas, críticas y malas intuiciones, en algunas ocasiones con cierta carga de obsesión lapidadora.

Cuando concluya la temporada, ojalá que aún tarde en hacerlo –sería un sueño que entonces tuviéramos razones para gritar eso de “¡misión cumplida!”-, será la hora de entrar en valoraciones, de dar una calificación definitiva a directivos, técnicos y jugadores, de ponderar errores, frases y decisiones, de opinar motivadamente sobre aciertos y desaciertos. Mientras tanto creo llegada la hora de hablar de tregua sin tregua, frase que a pesar de todas las apariencias no tiene que ser, necesariamente, equívoca ni contradictoria: tal vez nos convenga alcanzar una tregua en la crítica y la desazón para mantener un apoyo “sin tregua” a un equipo que, a pesar de todos los errores y debacles, sigue vivo a falta de seis jornadas. Viendo el calendario de unos y otros nos pueden entrar pesimismos, temblores y malos augurios, pero enrocarnos en lo que nos dice el olfato es ahora algo inútil; posiblemente sea más positivo desempolvar ilusiones y pensar que 21 puntos son muchos, y de la misma manera que hemos tirado tantos por la borda en los últimos meses, no sería la primera vez que cuando nadie lo espera agarramos la racha positiva y dejamos al resto del mundo con la boca abierta. Esto es ahora un deseo iluso, pero pocas letras faltan para, de allí, llegar a la ilusión.

Sería injusto omitir que entre los defectos que volvió a mostrar el Zaragoza en “El Toralín” –algunos recalcitrantes- también hubo luces; todo el equipo estuvo implicado y controló al rival durante muchos minutos, la defensa hizo un partido serio e incluso algún jugador como Dorca mostró una esperanzadora recuperación. El centro de la retaguardia reincidió en sus buenas prestaciones: Vallejo fue el coloso de siempre, mientras el uruguayo Cabrera estuvo tan comprometido e infranqueable por alto como cada partido y esta vez, además, sin esas intermitentes torpezas. Y junto a ellos hay que valorar la excelente actuación de Bono, que terminó salvando el punto con dos intervenciones de nivel y el digno papel de Rico, un jugador limitado pero que, en mi opinión, no merecía la agresividad de algunas críticas recientes. Y si estos jugadores rindieron, habrá que ponerlo también en el haber de quien confió en ellos, que también tiene aciertos, ¡qué caramba!.

Por Falçao

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