Mirar hacia atrás y sonreír | La Lupa

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Real Zaragoza 2 – 0 Mallorca

Una de las sensaciones más gratificantes que un zaragocista puede tener es la de recordar el último partido sabiendo que se consiguieron los tres puntos. Una sonrisa tranquila y sin aspavientos se dibuja en nuestros rostros cuando además, caemos en la cuenta de que es la tercera victoria consecutiva y que en ninguno de esos tres partidos se encajó ningún gol en contra. Es placentero, sin duda, y también extraño, porque no es algo a lo que estemos acostumbrados.

Después de unos primeros partidos titubeantes, con un grupo de jugadores fichados en un muy corto espacio de tiempo, sin margen de maniobra para la edificación serena de un proyecto deportivo sólido, va y resulta que las piezas empiezan a encajar y surge un conjunto que parece disponer de algo que echábamos en falta: equilibrio. Es curioso, pero a veces la realidad te va sorprendiendo con sus vaivenes. Benditas las sorpresas que de esta benéfica guisa se presentan.

Un equipo serio y fiable se construye desde la defensa, y en el Real Zaragoza, cualquiera de los tres defensas centrales que han intervenido con más frecuencia hasta ahora han respondido bien. Mario, el que más minutos ha jugado, está en un momento “jefe”, en un punto en el que posee la fuerza, y además mantiene la velocidad de anticipación necesaria para esta competición. Además de ello, la jerarquía que está estableciendo se contagia a sus compañeros. Se nota su compenetración con un Rubén atento y expeditivo. De Vallejo poco más se puede decir. Un chaval con una proyección excelente. ¿Alguien echa de menos a los centrales del año pasado? Quizás resulte excesiva tanta lisonja y los equipos de arriba que faltan por medirse con nosotros nos saquen los colores, pero en todo caso, es importante ir apuntalando la confianza, y la mejor manera es ir venciendo.

El partido no fue entretenido. El juego se percibía deshilachado y sin ritmo. El Mallorca mostraba una fragilidad aparente que parecía ofrecer a los blanquillos una gran oportunidad de jugar con sus nervios y sentenciar pronto. Pero no fue así, el Zaragoza se enredó en sí mismo y poco a poco se fue impregnando de esa esterilidad que emanaba de los rivales. El juego se hizo cenagoso. El público bajó en su entusiasmo y lo que parecía que podía ser una fiesta se iba convirtiendo en una tarde aburrida.

Pero nadie, ni los aficionados ni los jugadores, se ponía nervioso. Daba la impresión, y esto es una muestra de confianza, que la victoria estaba costando, pero que iba a llegar. Por lo tardío, pero iba a llegar. El entrenador acertó en sacar a Jaime, que aportó una distinta movilidad a la línea de arriba, y el gol que marca a pase de Eldin es un ejemplo de combinación y definición, algo que necesitamos para crecer. El segundo gol, esta vez de Eldin, demuestra la capacidad técnica de este jugador. Para disfrutar.

La confianza que está asumiendo este equipo es su mejor recurso. Así se pueden afrontar los retos con seguridad y madurez, y que los rivales empiecen a temernos. Sin perder la cabeza y afinando las piezas del conjunto, este equipo nos puede suministrar tardes de solaz y esparcimiento. Partiendo desde la humildad y haciendo camino, ya veremos hasta donde se llega. Hay jugadores que no han encontrado aún sus límites, que tienen que crecer, y cada vez, poco a poco, irse atreviendo a más cosas. Ruiz de Galarreta, Jaime, Cabrera, Eldin o el enigmático William José, tienen aún cosas buenas por demostrar. Y también los Pedro, Dorca, el bullidor Álamo o los últimos incorporados. Con la humareda confusa que desde ciertos mentideros tratan de exhalar sobre el club –y que deriva de unos tiempos en los que el club era dirigido por una actitud delicuescente-, ¡cómo se agradece a mitad de semana, poder mirar hacia atrás, recordar el último partido, y sin embargo sonreír!

Por Ron Peter

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