Tiempo de realismo, tiempo de paciencia | La Lupa

Tiempo de realismo, tiempo de paciencia | La Lupa

Real Zaragoza 2 – 2 Llagostera

En muchos ámbitos de esta vida, para conseguir grandes metas la constancia se convierte en condición indispensable; si hablamos de fútbol nada hay más parecido a la constancia que la regularidad, una virtud de la que viene careciendo el Real Zaragoza desde que comenzó la temporada. Tras finalizar el encuentro frente al modesto equipo de la Llagostera, uno de los primeros pensamientos que vino a mi entonces atribulada cabeza fue el que llevamos todo el año “haciendo la goma”. Efectivamente, como en su día hicieron algunos de los grandes ciclistas españoles –me viene ahora a la cabeza el gran Perico Delgado- , que lejos de mantener una línea constante en las grandes competiciones por etapas solían alternar éxitos y pájaras de un día para otro, el Zaragoza ha terminado pinchando y desesperando a sus seguidores cada vez que parecía despegar hacia la cima de la tabla clasificatoria.

Mediada la primera vuelta Tenerife y Numancia, entre otros, echaron agua a las euforias que una clara victoria en Alcorcón había desatado, de la misma manera que el pinchazo ante Pucela y la humillación del Insular destrozaron las ilusiones de las primeras semanas de Popovic. La frustración ha reaparecido cuando tras cuatro victorias seguidas y cinco encuentros con la casilla de goles recibidos a cero, los blanquillos fueron toreados en Vitoria y sometidos en su propia casa por un equipo que el año pasado militaba en 2ª B. Tal vez sea la hora de asumir que estas cosas no nos pasan ni por accidente ni por casualidad y que el Real Zaragoza carece de la solidez y la consistencia necesaria para codearse con los más grandes de la categoría. Y como decíamos el principio, un ascenso es una meta alta, algo que difícilmente se conseguirá alternando imprudentemente la cal con la arena.

Aunque andamos acostumbrados al chasco y la desilusión, a los zaragocistas nos cuesta aceptar que un equipo que se adelanta por dos veces ante un rival notoriamente inferior, acabe siendo incapaz de conseguir tres puntos que a la vista de otros marcadores hubieran supuesto la noche del pasado domingo un notable afianzamiento en la cabeza de la clasificación. Cabe abrir todo tipo de debates sobre el inesperado tropezón con que empezamos marzo, unos hablaran de una defensa de mantequilla, otros de una portería con la que nadie anda tranquilo, se dirá que hay jugadores que no son los de hace unas semanas, incluso hay quien acusa a Borja Bastón de individualismo y falta de generosidad con la pelota. La única realidad es que no hay forma de avanzar más allá de un puesto que dejará hasta el final en el aire la posibilidad de jugar el play-off y que a RanKo Popovic le corresponde la responsabilidad de encontrar una solución que es imprescindible aplicar.

También es cierto que tras años de miseria, no podemos pretender pasar del negro al blanco de la noche a la mañana, y es bueno darse lo que ahora se llama un baño de realidad. Hay errores corregibles, carencias susceptibles de cubrir… pero también es cierto que llevamos toda la temporada sufriendo el estrago de las lesiones; Pedro, que ha acreditado ser posiblemente el mejor fichaje, cayó dos meses a las primeras de cambio, cuando nos dábamos con un canto en los dientes por tener un central que mandaba y serenaba, Mario se fue a la enfermería durante más de dos meses, Eldin, Rubén, Javi Álamo siguieron la lista de bajas y cuando dos hombres que al principio eran discutidos comenzaban a ser actores principales –Jaime Romero y Basha- sufrieron también las temidas maldiciones musculares. Situaciones como ésta exigen, en mi opinión, que seamos capaces de controlar el berrinche con ciertas dosis de comprensión y paciencia.

Aún quedan quince partidos, tiempo suficiente para muchas cosas: para convertir en factible lo que ahora parece un milagro… y para tirar por la borda lo hasta ahora conseguido. Y para que allá por el mes de julio podamos cuando menos mantener la ilusión de dar el pelotazo en el play-off es imprescindible, urgente que los protagonistas de la historia se lo tomen en serio: que Popovic sea más explícito en el campo que en la sala de prensa, que Eldin, Dorca y Mario vuelvan a ser los de antes, que Galarreta encuentre su identidad, que Pedro sea menos intermitente, que los Jaime y Basha no vuelvan a verse relacionados con una palabra tan fea como “isquiotibiales” y que fuera de casa se comience a dar una imagen algo más consistente. De cómo hagan los deberes dependerá que los zaragocistas mantengamos la ilusión o volvamos de nuevo al muro de las lamentaciones. A nosotros nos corresponde asumir las limitaciones inevitables de la plantilla, pero ésta tiene la obligación de ponerlo todo, de dar algo a cambio.

Por Falçao

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