Difícil, pero no imposible | La Lupa

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Numancia 2 – 2 Real Zaragoza

Poca gente sabe quien fue Rocco Lampone. Personaje discreto pero eficaz, interpretado por Tom Rosqui en la saga de “El Padrino”, supo atraer la atención de Michael Corleone, que lo ascendió a “Caporegime”, algo así como jefe de la guardia. Siendo más un hombre de acción que de palabras, cuando al fin se decide a opinar, resulta tajante. Ante la discusión sobre lo complicado que se ha puesto eliminar a Hyman Roth, viscoso rival de Michael que alterna la sonrisa con la traición, Rocco Lampone sentencia: “Difícil pero no imposible”. Así es como se le ha puesto conseguir el ascenso directo al Real Zaragoza tras el contratiempo que supuso el empate contra el Numancia de Soria.

Por regla general, siempre se encuentran razones para explicar un mal resultado. Razones que suelen ser intrínsecas, pues lo primero que se debe hacer es analizar los fallos propios cuando algo no se ha hecho bien, o se puede mejorar. Muchas derrotas o empates en el pasado se han debido a bajones de actitud, a hundimientos físicos, a desajustes en el centro del campo, a fallos defensivos puntuales, a locuras del entrenador, etc, etc, etc…la casuística es variada. Sin embargo, en esta ocasión, no se encuentra en esa lista la causa de no ganar en Los Pajaritos, puesto que el Real Zaragoza tenía el partido encarrilado cuando el árbitro decidió romperlo.

En efecto, los blanquillos empezaron con seriedad, manejando balón en el centro del campo con cierta fluidez, arropados por miles de aficionados que se habían desplazado para el evento. El equipo se desplegaba con autoridad, consciente de que si quería llegar a Primera División, debe empezar a jugar ya como un equipo de primera. El primer gol empezó con una gran jugada de Rubén, quien se deshizo del defensa gracias a los toques justos y a su corpulencia, para ejecutar un gran pase mortal a Angel, que fue quien la empujó. Soberbio. Aunque si pensábamos que lo habíamos visto todo, faltaba el gol de Lanzarote, un prodigio de anticipación, técnica y precisión. Un gol de los que se ven pocos.

En condiciones normales, el partido se hubiera terminado ahí. El Zaragoza se hubiera dedicado a controlar el balón, a jugar con las andanadas del Numancia, y a aprovechar alguna contra. Sin embargo, ahí estaba el impresentable de López Amaya, otro nombre a no olvidar, reincidente además en afrentas  a nuestro equipo, para torpedear con dos tarjetas amarillas por una falta que no era y una mano involuntaria. Fantástico. A partir de ahí, con un hombre menos, el encuentro quedó completamente mediatizado. Un Numancia sobreexcitado intentó el asedio y el equipo maño, en quizás lo único que se le podría achacar, se fue echando hacia atrás. Tras el desafortunado gol del empate, llegaron algunos arreones, e incluso se pudo marcar, pero ni Lanza, ni Dongou, Diamanka o Culio tuvieron acierto. Fin de la historia.

Y fue una auténtica lástima, porque por unos minutos habíamos disfrutado. Por un momento, el Real Zaragoza volvía a ser un mandón, demostrando que se está cuando hay que estar. Con dos golazos a favor a la media hora de partido, y con la sartén por el mango. Y nos vamos con la sensación de que nos han quitado, no solo dos puntos, sino el disfrute de una victoria merecida y de un buen partido de nuestro equipo. Despojados de una satisfacción legítima. Así nos quedamos.

El ascenso directo se vuelve a alejar a cinco puntos. No tenemos más margen de error que el que nuestros rivales nos conceden, y en esta jornada no se dio. Quedan cuatro partidos, y todos sabemos ya lo que toca: ganarlo todo. Está muy difícil. Difícil, pero no imposible. Al igual que lo era el matar a Hyman Roth, encargo que tuvo por cierto que asumir personalmente, aún yéndole la vida en ello, el mismísmo Rocco Lampone.

Por Ron Peter

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