Sin identidad no hay futuro | La Lupa
Real Zaragoza 0 – 1 Osasuna
Durante la fresca mañana dominical, toda la ilusión del zaragocismo se escurrió por el sumidero dejando paso a dudas, miedos, indignación e impotencia. En uno de los días marcados en rojo en el calendario, el cuadro blanquillo fue derrotado dando una imagen lamentable, sin nada a lo que aferrarse. Durante todo el partido fue un equipo sin alma, sin carácter, sin peligro. Un equipo insulso al que el Club Atlético Osasuna tuvo perfectamente controlado.
El equipo navarro, en una situación muy delicada en lo institucional como sucede con el Real Zaragoza, se plantó en la Romareda con un equipo plagado de jugadores navarros. Su respuesta a una situación compleja ha sido apostar por los de casa, empezando por el banquillo. Por gente que entienda qué es y qué significa el equipo rojillo. Una apuesta por la identidad. Quizá en ello pueden encontrarse las razones de su buen arranque y de su victoria en el coliseo zaragozano. Los jugadores de Osasuna entendieron qué tipo de partido era, la importancia para su hinchada del mismo, y su entrega durante el encuentro así lo demostró.
Nada de eso se apreció en el Real Zaragoza. La identidad es algo que desapareció con el agapitismo y que parece muy lejos de recuperarse. La gran mayoría de la plantilla zaragozana lleva como mucho dos años en el club. No pueden entender qué es esta institución y qué hay detrás de la misma. Eso sólo lo pueden transmitir canteranos o veteranos del club. Salvo Vallejo y Alcolea, nadie puede cubrir ese perfil.
En un periodo como el que atraviesa el club, de supuesta reconstrucción, es imprescindible sostenerse en gente de casa. Ya sea cantera o antiguos jugadores del club, con larga trayectoria en el mismo, que se recuperen para la causa. Así remontaron el vuelo el Sevilla o la Real en sus horas más bajas. Así ascendió el Sporting el año pasado.
Sin embargo, la dinámica en el Real Zaragoza parece la contraria. En la primera plantilla sólo un canterano tiene peso y ahora mismo ni siquiera pertenece al club. La Ciudad Deportiva es objeto de recortes, en lugar de inversiones. La cantera parece más un lastre que una solución.
Por otra parte, el banquillo está ocupado por un técnico que además de no conocer el club se permite dar lecciones de zaragocismo a la sufrida parroquia blanquilla, cuando no ha logrado desde noviembre pasado dotar de un estilo de juego al equipo.
Que Ranko Popovic ocupe a la hora de escribir estas líneas el banquillo zaragocista es el mejor ejemplo de esta carencia de identidad. Se trata de un técnico al que los números no respaldan, que no apuesta por la gente de casa. Su permanencia en el banquillo, pese al unánime grito de la Romareda en su contra, es otro ejemplo de la ausencia de identidad del club, que por enésima vez hace oídos sordos a la voluntad de su afición.
Esta sensación de carencia de identidad se puede ver agravada en el corto plazo. Muchas decisiones de la actual junta directiva, como la supresión del peque abono, inciden duramente en la “cantera” de aficionados. Si ya resulta duro que los pequeños aficionados se acerquen a un equipo que da más disgustos que alegrías, casi es tarea imposible hacerlo si se dificulta su acceso a la Romareda.
La sensación de vacío al finalizar el partido fue terrible. Por perder ante un rival especial, y por ver justamente en él que existe un camino más directo para la reconstrucción, y saber que el Real Zaragoza, a día de hoy, está tomando justamente el camino inverso.
Para no poner en peligro la supervivencia de la entidad, que depende del ascenso, urgen medidas ya. En primer lugar la destitución de un técnico completamente ajeno a lo que significa este club. A continuación, el paso más acertado sería traer como sustituto a Gustavo Poyet, actualmente libre y que ha manifestado su deseo en volver. Gustavo Poyet es un símbolo del Real Zaragoza. Un pasito para recuperar la identidad, sin la cual no hay futuro.
Esperemos que en esta ocasión los dirigentes del club sí escuchen el sentir de la afición que, no olvidemos, es la razón de que una entidad deportiva exista.
por Kicooper
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