En busca del unicornio | La Lupa

En busca del unicornio | La Lupa

UCAM Murcia 1 – 0 Real Zaragoza

Galardonada con el premio Planeta de 1987, la novela “En busca del unicornio”, de Juan Eslava Galán, narra la historia de una expedición de ballesteros españoles en el Siglo XV que atravesará Africa con el fin de cazar un unicornio, para así conseguir su cuerno con el que Enrique IV de Castilla pretende regenerar su virilidad. El pequeño ejército inicia su andadura con optimismo, bien pertrechados en armas y víveres. Su afán de aventuras se verá colmado con creces, y poco a poco, perdidos en el tiempo y enfrentados a una realidad africana que poco tiene que ver con las míticas creencias previas de los europeos, todo se irá deshilachando. Los soldados caerán, víctimas de la selva, del desierto, de las enfermedades y de las bestias, de los mercaderes de esclavos o de las tribus salvajes, hasta quedar solo Juan de Olid, quien desencantado de la búsqueda de un animal que no existe, regresará como un mendigo veinte años después a un país irreconocible para él, en el que la Historia habrá determinado el paso de la Edad Media a la Edad Moderna.

Hace ya años que el Real Zaragoza inició una larga travesía hacia ninguna parte. Un club que entonces era grande y con ilusión, fue víctima de la locura de su máximo mandatario de entonces. Onnubilado por la avaricia y los deseos de grandeza, condujo al equipo y a la sociedad anónima deportiva a un caos irremediable, a un estancamiento en el tiempo, a una aventura sin salida. Aún desaparecido Agapito, la expedición vaga irremediablemente perdida. Se ha dejado casi todo por el camino, y ya solo se trata de regresar a casa, el cuerno no importa, de hecho no existen los unicornios. Solo se trata de regresar a casa, a primera división, con vida.

Pero todo lo que se intenta resulta insuficiente. Se contratan nuevos soldados que no mejoran a los que había. Se suceden los entrenadores, que parecen provocar una reacción inicial para ser finalmente devorados por los resultados, mientras una desorientada dirección deportiva mantiene la leve esperanza de que alguno de los palos de ciego que reparte, acabe resultando certero.

Dos derrotas consecutivas, con el mismo esquema de juego y casi los mismos jugadores, han desnudado al Real Zaragoza. Dos derrotas en las que la falta de ambición y de calidad se juntan en un cóctel de difícil digestión. En Murcia, contra un rival muy asequible y que estaba en dinámica perdedora, no se supo vencer. Una primera parte en la que se juega para empatar y un desajuste en defensa, y ya la tenemos liada. No tenemos velocidad ni en ataque ni en las coberturas. En la segunda parte se intentó con más ahínco y se arrinconó en ocasiones a los murcianos. El balón rozó la raya de gol, más como si fuese el designio marcado, no entró. No tocaba.

El equipo expone sobre el césped las carencias de sus jugadores. Casado, Xumetra, Irureta o Isaac, no están a la atura requerida. Luego, las decisiones del entrenador se vuelven costosas de entender. Sacar a Bagnac en vez de sacar un delantero para ir a ganar, o no contar con Ros, Morán o Ratón.

El ascenso directo era como el unicornio de Juan de Olid: se hablaba de él, se anhelaba, se luchaba para acercarse a él, sin fruto. Así una y otra vez hasta que la realidad se puso de frente. Ahora se trata de volver con vida, como sea, manejando la inevitable ansiedad con sentido común. Algún día volveremos a casa, a primera división, a esa casa en la que ya, desgraciadamente, no se acuerdan de nosotros.

Por Ron Peter.

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