El número de la bestia | La Lupa

El número de la bestia | La Lupa

Real Zaragoza 2 – 1 Real Oviedo

Según el libro bíblico del Apocalipsis, “una bestia se alzará sobre las naciones y el número de su nombre será el 666”. Mucho se ha escrito sobre esa cifra, llevada a la literatura y al cine como símbolo del diablo. Resulta inolvidable el momento en que le apartan el cabello a Damien, el niño de “La profecía” (1976), comprobando con horror sus padres que escondida de la vista llevaba grabada de nacimiento en su piel la marca que confirmaba su condición de anticristo. Menos paranormal, pero no por ello menos sugestivas resultan las connotaciones matemáticas de dicho número: suma de los cuadrados de los siete primeros números primos (22+32+52+72+112+132+172), o de los primeros 36 (6×6) números naturales(1+2+…+35+36). Además, en su representación en números romanos aparecen todos los símbolos menores de 1000, sin repetirse y en orden inverso por supuesto, DCLXVI.

Entre todas las muchas construcciones artificiosas que se le puedan atribuir al 666, una de ellas resulta especialmente inquietante en estos momentos. Marca exactamente el balance de victorias, empates y derrotas de nuestro Real Zaragoza. Un equilibrio absoluto que pese a su elegancia matemática, no implica sino medianía competitiva. Ni mucho ni poco, solo lo justo. Se estuvo arriba, se empezó a bajar, se bajó. Se ha ganado el último partido, y flotamos la justo.

Sí, en efecto, se ganó el domingo. Pero fue una victoria con sabor extraño, con regusto a decepción. No excesiva, pero sí comprensible cuando el equipo rival marca a falta de cinco minutos con marcador apretado. Los últimos estertores del encuentro fueron de una agonía inesperada para los aficionados. Tras ir casi toda la segunda parte ganando dos a cero y con un hombre más sobre el terreno de juego, los blanquillos intentaron sin fortuna ni pericia, llevar el agobio al área contraria. Ni marcaron el tercero ni fueron capaces de dormir el partido a base de oficio. Al final, un error en un pase (y fueron varios) propició el peligro que derivó en el gol ovetense. Parecía cosa de maldiciones, y coherente con la lógica siniestra de este equipo que en esas condiciones nos acabasen empatando el partido que más tranquilidad y goles a favor podría haber aportado en lo que va de temporada. Hubiese sido un frío y cruel colofón, más no fue así y al menos se salvan los tres puntos. Lo mejor del día.

Hay más cosas positivas, como el golazo de Angel, bello y redondo desde su inicio en el robo de balón hasta su ejecución final. También el partido de Xiscu, aportando juventud y velocidad a un equipo que ya cuenta con veteranía en otros puntos. Que se ganó con Bagnack sobre el campo, en una auténtica prueba de fuego para sus compañeros, también es de destacar. Tanto Lanzarote desde arriba como Silva por abajo arroparon al muchacho intentando minimizar sus carencias. Pero disimularlas es imposible. Será una gran persona y excelente compañero, pero este futbolista no es adecuado o no está en condiciones para este equipo ni para esta categoría.

Raúl Agné continúa en el proceso de buscar el equipo ideal. Tiene materia prima de calidad, pero es escasa, y cualquier contratiempo en forma de lesiones o sanciones nos desequilibra con facilidad. En el filial aguardan nuevos guerreros dispuestos a aportar. Si las circunstancias obligan, quizás haya que arriesgar. Y si se arriesga, se puede ganar. Un partido queda para el descanso navideño y para mirar el estado de la situación. Ahora mismo, ni cerca ni lejos de ninguna parte. En medio de la tabla, con el 666 grabado en el casillero, aunque eso apenas durará esta semana. A ver hacia donde tira la bestia.

Por Ron Peter.

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