Como un boxeador sonado | La Lupa
Real Zaragoza 1 – 1 CD Tenerife
En un combate de boxeo, puede suceder que los dos actores se repartan los mandobles equitativamente, con igualdad de fuerzas. También puede resultar que ambos opten por tácticas conservadoras, evitando el cuerpo a cuerpo para no llegar castigados a los asaltos definitivos, y guardarse la potencia de sus puños para el envite final. O el caso habitual de superioridad de un púgil sobre el otro, con dominio en el golpeo y autoridad sobre el ring, que únicamente permite que su rival le mande golpes al aire, sin ton ni son. De ese púgil que lanza el puño al aire sólo se espera que guarde la dignidad suficiente para acabar derrotado con honra. En el cuadrilátero es un boxeador sonado. Después, en la lucha de la vida, podría sortear ese síndrome o sufrirlo con inmediatez. El Real Zaragoza pareció un boxeador sonado en el partido contra el Tenerife.
Una alineación sin referencia ofensiva, un rombo con el jugador que debería ser el más poderoso en la recuperación del balón… es difícil comprender lo que pretendía Idiákez con el once titular. Así se demostró que un equipo también en horas bajas como el Tenerife consiguió dominar el tiempo del partido simplemente con orden, con una defensa de tres que taponó cualquier intento del punta interino Pombo y poblando el centro del campo de jugadores con capacidad para controlar y robar balones, maniatando a los centrocampistas locales. Sólo hubo una oportunidad en toda la primera parte, fue del Tenerife y salvó el gol Alex Muñoz bajo palos. No hubo noticias del ataque zaragocista, plúmbeo y romo hasta la exageración.
El guión del encuentro se modificó ampliamente en la segunda parte. Los zaragocistas dieron varios pasos adelante y presionaron la salida de balón rival, con unos intensos James, Zapater y Ros, y el peligro en la banda izquierda que supuso la conexión Lasure-Aguirre. Fue Dani Lasure el que tuvo la ocasión más diáfana, con un violento remate al larguero tras genial asistencia de Pombo. El dominio del Real Zaragoza fue aplastante, pero la falta de presencia en la vanguardia restaba posibilidades para desnivelar el marcador. Jeison Medina no es ningún fenómeno, más bien es un jugador de escaso nivel para el Real Zaragoza, pero es un delantero, y con toda su buena voluntad y trabajo fijó a la defensa tinerfeña, estuvo a punto de rematar un gran centro de Aguirre y fue objeto de un clarísimo y tonto penalti por parte del portero rival. Tras el gol de Javi Ros no quedaba prácticamente tiempo para otra cosa que perderlo, pero en la historia del boxeador sonado siempre existe la posibilidad de un triste epílogo y, tras realizar una falta infantil Muñoz, en un centro a la olla, y con tres centrales en el área, Acosta, que supera por poco el 1,70, remató sin oposición para empatar.
Idiákez ha sido cesado. Nefasto su trabajo, tanto táctico como físico, destrozando lo bueno que quedaba de la temporada anterior y aportando desorden y falta de intensidad en el juego zaragocista. No dudo de que ha hecho lo que ha podido y que ha trabajado con enorme interés, que las lesiones han sido una lacra en este comienzo de temporada, pero su desacierto ha llevado al equipo a una racha de resultados inasumible para la entidad, y el cese es lógico. Imanol Idiákez en todo caso ha demostrado ser un señor y le deseo la mejor de las suertes en su andadura futbolística. Lucas Alcaraz lo sustituye. Es un buen y veterano entrenador, que conoce la categoría. Los zaragocistas queremos un equipo que compita, con mejor estructura defensiva y que sepa que en esta categoría no hay nunca que volver la cara. Ojalá triunfes, Lucas Alcaraz.
Por Jeremy North.
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