Tristeza. Parte II | La Lupa

Tristeza. Parte II | La Lupa

Real Zaragoza 0 – 1 RCD La Coruña

No quiero mostrarme egocéntrico y campanudo, puesto que no se pueden comparar estos artículos sobre los partidos del Real Zaragoza con una de las obras magnas del cine de todos los tiempos, “El Padrino”, pero me permito una licencia con el título. Tras la inicial “El Padrino”, de 1972, las dos secuelas posteriores se denominaron “Parte II” y “Parte III”, en 1974 y 1990 respectivamente. Como no me siento inspirado para cambiar de título de mi última lupa y sigo sintiendo la misma sensación de tristeza, quizás intensificada por la cercanía del desastre, he decidido numerarla como “Parte II”. Espero que no existan más partes del original “Tristeza”, porque sería una pésima señal.

La historia se repite. Partido controlado, equipo rival que no llega al área zaragocista con peligro, dominio ficticio del Real Zaragoza, con abundantes llegadas, pero nula efectividad, y un error de bulto de la retaguardia, en este caso de Nieto, que hizo de “Paredes”, dejando expedito su espacio para que un rival, Pedro Sánchez, marcase a placer el gol de la victoria, sin posterior capacidad de reacción zaragocista. Sin diferencia con el guión de otros partidos que se han perdido en La Romareda, como Málaga, Almería y Alcorcón, incluso con más dureza en el resultado final, porque en esos partidos Cristian tuvo que hacer una parada aparte de los goles, y contra Deportivo no necesito mancharse los guantes.

El Real Zaragoza no compite. Me refiero a ser un equipo que realmente produzca daño al rival y no arañazos, que controle las dos áreas con eficacia, que sepa llevar el ritmo del partido que le convenga y no que sea el contrario el que marque los tiempos. No es cuestión de insistir en la diferencia de presupuestos, el Deportivo tiene más de tres veces superior su límite salarial al del Real Zaragoza, pero al final la diferencia en segunda división se representa en los detalles vitales, como una pareja de centrales contundente y expeditiva y calidad en los jugadores de tres cuartos de cancha, y de eso adolece nuestro equipo.

Es indiferente que con Víctor Fernández se juegue más ofensivo y con movimientos más estructurados en la media punta, si luego no existe el menor punch en nuestros jugadores de vanguardia. Los contrarios juegan a esperar el fallo de nuestra defensa, que siempre se produce, y con eso les llega para vencer a un equipo infantil e insípido.

La plantilla es muy similar a la de la temporada pasada, pero las bajas importantísimas (en especial la de Borja Iglesias) se han suplido de la peor manera posible y la baja forma física y mental de varios jugadores esenciales han trastocado cualquier plan positivo, aparte de la pésima elección de entrenadores, hasta llegar a la desesperada de Víctor. El principal culpable del atroz desaguisado de temporada es Lalo Arantegui, que esperemos asuma su responsabilidad y solicite la revisión de su ficha a la baja, tras pedir su alza la temporada pasada, si no es cesado fulminantemente, consecuencia lógica de su fracaso.

Pero antes de eso habrá que salvar la categoría. Nuevo esfuerzo para una afición desgastada, cansada y rota. El equipo da para muy poco y existen muchísimas dudas y poco convencimiento de que logrará el objetivo de mantenerse. Sólo queda esperar que los rivales estén menos afortunados que nosotros y que lo que hasta ahora ha sido un juego inocente, se convierte en letal frente a las porterías contrarias en los cinco partidos que restan. Por soñar que no quede.

Por Jeremy North.

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