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SD Ponferradina 1 – 1 Real Zaragoza

El 8 de agosto de 1969, la actriz Sharon Tate, esposa de Roman Polansky, fue brutalmente asesinada en su domicilio de Cielo Drive, en Hollywood, junto con tres personas más, por unos miembros de la autodenominada “Familia Manson”, una secta de hippies drogados e ideologizados, dominados por Charles Manson, un expresidiario, exmúsico y con concepción del mundo disparatada, y con una extrema capacidad de convicción, que le permitía enviar a sus discípulos a cometer esas atrocidades, sin que él se viese involucrado físicamente. En “Érase una vez en Hollywood”, el genial Quentin Tarantino reescribe la historia a su gusto y manera, y convierte ese terrible acto, en un desagravio a Sharon Tate y al Hollywood que le hubiese gustado a él, alegre y festivo, y no el triste, adusto y desconfiado de los años 70. En agosto de 1969 se preparaba la temporada 1969-1970 del Real Zaragoza en primera división, continuación de la decadencia tras la brillante época magnífica. En el libro “Historia del Real Zaragoza”, de Ricardo Gil, publicado en 1975, despacha esa temporada con las siguientes tres líneas: “Se superó con discreción. Entrenaba Rial y con resultados apurados, al final se fue octavo en la Liga y cuartofinalista en la Copa”. Ojalá pudiésemos finiquitar una temporada con unos resultados “tan discretos” actualmente, cuando vagamos por séptima sesión consecutiva en la segunda división.

Existía un buen ambiente zaragocista previo al partido contra la Ponferradina. La victoria esperanzadora de la jornada anterior ante un buen Tenerife era una piedra de toque interesante para comprobar el valor de la plantilla zaragocista. La buena disposición del equipo durante la primera parte en El Toralín provocaba el ánimo de la afición, con mención especial para Igbekeme, activo y dinámico, aunque se percibía ciertas dificultades en la confección del juego, por la falta de acierto en la salida de balón. La Ponferradina, justita de calidad y excelsa en presión e intensidad, apretó especialmente en los últimos cinco minutos, tras un gol anulado por el VAR, y mostró que el partido iba a ser muy complicado en la continuación.

Y así fue. A pesar de la buena salida zaragocista, que siguió manteniendo el control del juego y que aprovechó un contrataque perfectamente llevado por Igbekeme para que Kagawa estrenase su cuenta goleadora, la Ponferradina, basándose en la potencia de su centro del campo y percutiendo en la banda izquierda de Nieto, dominó el encuentro totalmente en los últimos treinta minutos, sin crear mucho peligro pero con gran cantidad de aproximaciones al área de Cristian, que supusieron el justo gol del empate de Valcarce en el minuto 85. El dominio rival no fue afrontado acertadamente por Víctor Fernández, que con los cambios echó al equipo hacia atrás, por falta de control de balón.

Fue una decepción. En la segunda división hay unos partidos que se deben ganar obligatoriamente y uno de ellos era el de Ponferrada, contra un recién ascendido, Estos dos puntos puede que se echen en falta posteriormente y no valdrán lamentos. Aparte de la lógica falta de adaptación de Kagawa, que se resolverá con partidos, aparecen una serie de problemas, como la falta de control de los partidos por el mediocampo, la escasa salida de balón de los centrales, el bajísimo rendimiento de Dwawena, etc., que deben resolverse de inmediato, sino se quiere perder el tren del ascenso pronto.

Por Jeremy North.

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