El gafe | La Lupa
Real Zaragoza 0 – 1 Albacete Balompié
José Luis Ozores era un gran actor de comedia español, que falleció desgraciadamente cuando se encontraba en el cénit de su carrera cinematográfica. Uno de sus mejores papeles fue en 1959 con la película “El Gafe”. En ella interpretaba a Felipe Urrutia, una buena persona y bastante infeliz que trabaja como empleado en una banca. A pesar de que cumple con sus obligaciones de manera eficiente, sus compañeros y sus jefes están convencidos de que todas las cosas malas que suceden en la oficina son por su culpa. Creen que es gafe y que tiene una influencia negativa en todo aquello que posee.
Urrutia empieza a creer que ha heredado esa maldición de un amigo suyo difunto, que tenía también el mal fario. Va al cementerio a visitarle cuando conoce a una encantadora muchacha huérfana que tiene la misma poca suerte que él, y que tras sortear diversas vicisitudes relacionadas todas ellas con la mala suerte, finalmente se enamoran y la película tiene final feliz. En el Real Zaragoza debe existir un gafe, alguien que impide que hasta las cosas que deberían ser normales acaben en desgracia para nuestro equipo.
Lo que sucedió el sábado noche pienso que sólo puede sucederle al Real Zaragoza. Un partido con dominio abrumador del juego, en el que, sin realizar un encuentro espléndido, se supera al rival en todas las parcelas del campo, excepto en la vanguardia, debería haber resultado una fácil victoria para los zaragocistas. Pero no fue así.
Si el dominio de la primera parte no se tradujo en abundantes oportunidades fue por la falta de precisión en el último pase, por la falta de llegada de los mediaspuntas, en especial por un Soro pésimo, que impidieron que la alta productividad del mediocampo, con un Guti inmenso, se tradujera en goles. El Albacete no inquietaba, simplemente se limitaba a mantener una ordenada defensa que le sostuvo con menos problemas de los previstos, a pesar del dominio local.
En la continuación, tras unos minutos de tanteo, en los que pareció que el Real Zaragoza esperaba que el Albacete adelantase líneas, algo que no sucedió, se repitió el argumento del primer tiempo, con dominio zaragocista, y con mejor traslado del citado dominio a oportunidades de gol, que se sucedieron sin que tuviesen influencia en el marcador, ya sea por la falta de acierto, las paradas del inconmensurable portero Tomeu Nadal, o por la mala suerte, como el remate al poste de Kagawa. La presencia de Linares produjo un efecto positivo, puesto que se incrementó el poder ofensivo del equipo y Luis Suárez se movió con más facilidad entre la retaguardia rival. Un claro penalti a Alex Blanco en el minuto 88 se pensó que proporcionaría la victoria, pero Eguaras lo lanzó sin convicción y Nadal volvió a realizar otra gran parada doble, incluyendo la del rechace. Y en el minuto 94 llegó la hecatombe, con el gol del Albacete tras otro balón parado pesimamente defendido.
Tanta mala suerte, tanta desgracia, sería incomprensible para cualquier otro equipo de fútbol, pero a nuestro Real Zaragoza le puede pasar cualquier cosa, negativa por supuesto. El equipo jugó a un buen nivel, mostró una recuperación en su fútbol que se atisbaba en los dos partidos anteriores, pero la falta de producción en la mediapunta y el enorme déficit en los balones parados, tanto ofensivos como defensivos, lastran ese buen momento. El equipo debería seguir la línea de juego que está manteniendo actualmente, se controlan los partidos y deberían llegar los resultados positivos así, pero tengo que colocar el condicional, porque llevamos infinidad de golpes a nuestra moral y cualquier resultado injusto puede acabar rematando al equipo. Esperemos que no sea así. En cuanto a la búsqueda del gafe, pueden existir sospechas, pero sin garantías, aunque como diría José María García de Butragueño, cambiando un poquito su redacción y trasladándolo al Real Zaragoza, podría ser alguien que dice “ni una palabra ni una buena acción”.
Por Jeremy North.
Comentarios
1 Comentario