Quien mal te quiere te hará llorar también | La Lupa

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Real Zaragoza 0 – 2 Cádiz CF

Dice el refrán que quien bien te quiere te hará llorar. Así es, en efecto, cuando alguien muy próximo y querido nos dice cosas que no queremos escuchar o afrontar pero que sabemos que son ciertas. Sin embargo, no hay que olvidar que si alguien tiene más probabilidades de hacerte llorar, es quien no te quiere. Además, puede que incluso disfrute con ello, dependiendo del grado de mezquindad o desesperación del sujeto o entidad en cuestión.

No es ninguna sorpresa que fuera de nuestra ciudad, al Real Zaragoza no se le percibe como el equipo simpático y más o menos confortable que era hace dos décadas. La nefasta gestión de Agapito durante ocho años fue un desastre para el club en todos los aspectos, generando consecuencias muy negativas, así como gran cantidad de enemigos y “antipatizantes”, entendiendo como tales a aquellos que, sin tener un motivo de odio concreto, se dejan influir por los primeros. La actuación de Tebas en el juicio por el supuesto amaño está siendo vergonzosa y querellable. Ese partido contra el Levante se ganó en buena lid, pero es un caramelo para los que nos malquieren. No es el único terreno en que tenemos enemigos. No, hay quien no quiere que al Real Zaragoza le vayan bien las cosas deportivamente hablando y desde posiciones poderosas ejerce una sutil pero persistente influencia, muy bien regulada y disimulada para que cualquier intento de exponer este desmán sea tildado de “conspiración de llorones”, que es de lo que nos dicen cada vez que nos quejamos de los arbitrajes.

Se habla de que el equipo no está fino, de que se llevan tres puntos de doce, de que se encajan más goles que al principio. Se habla, se especula sobre las causas técnicas o tácticas de esta denominada crisis. Es cierto que sin Vigaray el equipo disminuye en prestaciones, es cierto que pueden hacer falta rotaciones o que el sistema utilizado puede ser mejorado. Sí, todo eso es cierto, y es noble y necesario buscar las causas de las averías dentro del interior de la máquina pero, ¡ay, amigo! Si te levantas muy mojado, no es que te hayas meado, sino que fuera está lloviendo.

Admito con resignación y rabia mi gran ingenuidad, compartida con muchos, al pensar que el VAR sería beneficioso para el Real Zaragoza. Eso pareció en los primeros partidos. Pero las cosas han cambiado. En el partido contra el Lugo se le perdonó una expulsión al rival, en el del Oviedo se decidió un penalti que aún estamos buscando tras ver muchas veces el video. Una acción en todo caso, menos punible que los penaltis no pitados a Guti contra el Málaga o a Grippo contra el Cádiz, además de la permisividad arbitral hacia la agresividad del rival. Cuatro partidos seguidos. Justo. ¿Hubieran sido los resultados los mismos con arbitrajes correctos y honestos? ¿Estaríamos hablando de crisis? No, evidentemente. Al equipo le seguiría costando abrir la lata de los rivales y seguiría teniendo sus carencias. Pero también tendría sus puntos.

¿Qué ha pasado aquí? Pues que este año el Real Zaragoza ha empezado fuerte, sin ningún rival que le haya pintado la cara. “Alguien” ahí fuera se ha asustado y ha emitido consignas. Todo sutil, tratando de evitar el descaro. Si hace falta, se suprimen de internet las imágenes de las jugadas conflictivas. Es de risa, pero ha pasado. Y así seguirán mientras puedan. Es algo muy difícil de combatir porque lo fácil es pensar que no existe. Si el Real Zaragoza quiere acabar ascendiendo a primera división, no solo deberá hacerlo bien el entrenador, jugar bien los jugadores, tener suerte en general (lo lógico para cualquier aspirante) sino, además, ser muy superior que los demás para ponérselo difícil a la mano que mece el silbato. Eso es lo que parece. Eso es lo que hay.

Por Ron Peter.

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