Su lugar en el mundo | La Lupa

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Real Zaragoza 3 – 1 RC Deportivo Coruña

La victoria del pasado domingo ante el Deportivo de la Coruña ha demostrado que el Real Zaragoza ha encontrado su sitio en la Segunda División de este año: las alturas. Fue una victoria pragmática, trabajada ante un rival que venía en racha y demostró las razones de la misma. Con hechuras de equipo grande, el Real Zaragoza supo leer el partido y aprovechar los momentos clave para inclinarlo en su favor.

La imponente sensación que transmite el Real Zaragoza es consecuencia de muchos factores. Uno de los principales es que varios miembros clave de la plantilla están dando una versión excelsa, brillando con luz propia como si el destino se hubiera conjurado para ello. Como si hubieran encontrado en la Romareda, en el Real Zaragoza, su lugar en el mundo.

Uno de esos casos, sin lugar a dudas, es Luis Suárez. El colombiano parece haber nacido para jugar con esta camiseta. Pocos jugadores lograron tan pronto una conexión tan intensa con la grada. Su pundonor y ambición permiten que incluso en días que juega mermado, como este pasado domingo, produzca para el equipo. El tercer gol de la pasada jornada representa todos los valores de Suárez: determinación, potencia e instinto. Es una enorme lástima su condición de cedido, que limitará (de momento) a un año su estancia en este club, ya que podríamos estar ante un jugador que marcara época.

Impresionante también es el caso de Jawad El Yamiq. El central marroquí ha aterrizado de pie en el equipo, entrando de manera casi accidental en el once y ganándose el sitio de manera inmediata. Las virtudes futbolísticas de El Yamiq han elevado de manera exponencial una defensa que ya funcionaba bien anteriormente. Contundente, atrevido, inexpugnable por alto…a todo ello El Yamiq añade una gran personalidad, que le permite dar órdenes en defensa como si llevara años en el club. Su abrazo con Víctor Fernández da muestras del nivel de implicación de un jugador que llegó hace tan sólo unas semanas, que parece haber encontrado su sitio en Zaragoza.

Sucede algo muy parecido con Puado. Su llegada fue clave porque permitió reactivar a un Real Zaragoza muy alicaído tras la desgraciada baja de Dwamena. Ha mezclado con Luis Suárez como si se conocieran desde niños y sus prestaciones, siempre altas, han ido creciendo hasta dejar esta semana tres actuaciones magistrales tanto en Elche, como en Miranda y ante el Dépor. Cada jornada que pasa es más incomprensible su ostracismo en un Espanyol en horas bajas. Puado parece parte de esa estirpe de delanteros que florecen en Zaragoza, bajo el influjo de la Romareda. Como en el caso de Luis Suárez, su condición de cedido supone una verdadera lástima porque limita su estancia en un club y un entorno que le vienen como anillo al dedo.

Tras estas situaciones muy probablemente se esconde la labor de dos personas fundamentales en el club: Víctor Fernández y Lalo Arantegui. En el caso del director deportivo, ha sabido encontrar jugadores con condiciones impresionantes que estaban aún por explotar y con una condición humana muy favorable para el vestuario, como demandaba el entrenador del equipo.

Un entrenador, Víctor Fernández, que es mucho más que un simple trabajador de la entidad. Ya con la categoría de leyenda, de mito, Víctor está transitando un camino que puede engrandecer su figura hasta niveles insospechados. Devolver al Real Zaragoza a Primera División sería un logro de una importancia mayor que la Copa del Rey y la Recopa. En este camino ha tenido que superar una sucesión terrible de imprevistos, logrando encontrar soluciones. Se ha conseguido un vestuario unido en el que cada uno de los miembros se sabe importante. A una propuesta valiente se le ha añadido consistencia defensiva y una capacidad camaleónica para adaptarse a lo que requiere cada partido. Con mejores o peores resultados, el cuadro blanquillo siempre compite. El mérito de lograr esto, con todo lo que ha sucedido, es enorme.

El Real Zaragoza camina por la senda correcta, con las piezas engrasadas. Aupado por una afición para la que ya no existen más calificativos, con una Romareda explosiva y desatada como nunca se vio, el cuadro blanquillo avanza hacia su lugar en el mundo: la Primera División. Quedan aún muchos obstáculos que superar y nada está garantizado, pero las razones para la ilusión son variadas y fundadas.

Por Kicooper.

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