17 de Marzo. 10 años después

17 de Marzo de 2004. Aquella mañana daba inicio a un día que se prometía emocionante. Era el día D y en unas horas llegaría la hora H. Aquel día el Real Zaragoza jugaba en Barcelona la final de Copa contra el galáctico y mediático Real Madrid. Y lo mejor de todo es que yo iba a estar allí.

Desde que se consiguió la clasificación para la final en La Romareda ante el Alavés tuvimos muy claro que, de conseguir entradas, allí íbamos a estar. Nos daba igual el rival o la ciudad donde se celebrase la final. Nuestro equipo jugaba una final y había que estar allí. No había más.

Nuestro adolescente zaragocismo y tozudez seguía escribiendo nuevas páginas. Aquella temporada 03/04 era nuestro segundo año como socio. En Febrero de 2002 surgió la idea de hacernos socios del Real Zaragoza. Por aquel entonces el equipo estaba en una situación muy delicada. Decidimos que en primera, segunda o regional preferente al siguiente año nos hacíamos socios. Descendió el equipo y nos hicimos socios. Y por supuesto, ante una final, íbamos a tener la misma postura.

Tras la enorme odisea pudimos conseguir las entradas. ¡Íbamos a ver una final de Copa en directo! El rival ya podía ser el Real Madrid, el Valencia y el Alcoyano. Era una final la jugaba nuestro Real Zaragoza. Punto.

Llegó el tan ansiado día. 17 de Marzo de 2004. Desde la noche anterior ya estaba todo el equipo preparado. La camiseta, la bufanda y las entradas que tanto había costado conseguir. Aquella mañana era una especie de mañana del 6 de Enero. Estábamos ilusionados como niños pequeños. No obstante nuestros 15 años no quedaban muy lejos de aquella infancia.

El viaje a Barcelona se hizo relativamente ameno. Íbamos con mucha ilusión pero sabiendo que iba a estar difícil la cosa. El Real Madrid era el equipo más mediático de los últimos años. El fichaje aquel verano de 2003 de David Beckham suponía la puntilla a un equipo plagado de grandes jugadores. Era la época de los galácticos, las giras asiáticas… y los metrosexuales.
Por aquel entonces el recién ascendido Real Zaragoza sufría demasiados apuros en una temporada difícil. No obstante tras cosechar una buena trayectoria en la Copa se consiguió llegar merecidamente a la final.

¡Por fin llegó la hora H! Nervios, carreras, que si es por aquí, que no que es por allá. Conseguimos entrar. ¿Dónde están nuestras localidades? Espera que son aquellas. Por fin estábamos allí. E íbamos a dar guerra.

Montjuic era una especie de clon del Santiago Bernabéu donde las tres cuartas partes del aforo eran madridistas. Nosotros éramos muchos menos pero con muchas más ganas de dar guerra.

Nunca he visto animar de una forma tan grande. Nunca he cantado, chillado, gritado tanto en un partido. La afición en ningún momento se vino abajo pese al tempranero gol madridista. Aquello fue impresionante. Verdaderamente impresionante.

Prácticamente todos tenemos aún en la retina toda la secuencia del partido. 1-0, 1-1, 1-2. ¡Llegamos al descanso ganando! Aún nos quedaba jugar la segunda parte contra las “marionetas” que era como había definido mi buen amigo Raúl a los jugadores del Real Madrid. Durante el descanso un periodista me abordó en mi localidad preguntándome acerca del partido y a mitad de la entrevista le arrebato el micrófono afirmando muy seguro “¡¡Que estamos jugando contra marionetas!!, ¡¡Que son marionetas!!”

Pero las “marionetas” no tardaron en liarla. 2-2. Pero eso daba igual. La afición zaragocista rugía como en pocas ocasiones había hecho.

Llego el golazo de Galletti. Un gol que pasará a la historia del Real Zaragoza. Grite aquel gol como un auténtico poseso. Y como una autentica marioneta a la que le cortan los hilos me desplome en mi localidad después de ver como se anulaba un gol al Real Madrid al poco tiempo. El Real Zaragoza ponía (y con el tiempo ha seguido poniendo) a prueba mi corazón. Pero bueno, éramos zaragocistas y estábamos acostumbrados a sufrir.

Quedan minutos. Segundos. Que se acaba, que se acaba ¡Se acabó!, ¡Campeones de Copa! Salte como un resorte cuando oí el pitido final. Grite y cogí a una de las chicas que nos acompañaban a la que levante como una pluma. ¡Campeones de Copa! Saltos, gritos, canticos, abrazos. Era uno de esos momentos que solo puedes entender si realmente vives un equipo. Si tu sentimiento es real. En tu pequeña gran memoria histórica aquel momento iba a quedar grabado.

Se acabó. Estábamos cansados, afónicos y, sobre todo felices. Habíamos visto ganar a nuestro equipo la Copa del Rey. Habíamos estado allí. Lo habíamos vivido en directo y habíamos disfrutado como enanos viviendo aquello.

Han pasado diez años de aquello. Hoy, 17 de Marzo de 2014, se cumple exactamente una década de los hechos que acabo de narrar. He echado la vista atrás para escribir estas líneas y me han venido a la mente unos momentos muy felices. Tanto en el aspecto personal como en el aspecto concerniente al Real Zaragoza. No he podido evitar que en mis labios se me dibujase una sonrisa e incluso alguna carcajada recordando todo aquello y viendo las fotos de aquella noche. Éramos unos críos de 15 años y allí estábamos.

Diez años después la realidad de nuestro equipo da autentico asco. Cuando escribo estas líneas esta aún reciente la vergonzosa derrota ante la Ponferradina. Recuerdo todo aquello, veo esto y se me llevan los demonios. No puedo evitarlo. No puedo evitar que una inmensa rabia invada mi cuerpo al ver en que infecta ponzoña se ha convertido el Real Zaragoza diez años después. Me cabreo y maldigo una y mil veces al mayor y casi único responsable de todo aquello.

Eso. Lo que ocurrió hace diez años no se va a volver a repetir a menos que cambie mucho la situación. Lo siento mucho por los que no habéis podido vivir algo así pero no se va a volver a dar una situación semejante. Al menos con la actual directiva. Y, sintiéndolo mucho, pero es algo que en cierta manera el zaragocismo se ha ganado a pulso.

¿Tan poco orgullo tenemos para dar un puñetazo en la mesa y decir que no queremos esto?, ¿Qué estamos cansados de tanta infamia, tanto ridículo y tanto descrédito? Porque no me creo que sea el único al que se le llevan los demonios con esto.

¿Por qué no lo hacemos?, ¿Por qué de una santa vez no damos el golpe en la mesa diciendo muy claramente que estamos más que hartos?

La afición ha guardado silencio. Un silencio cómplice. Cómplice de un asesinato que se lleva produciendo desde hace tiempo y que culminará cuando todos veamos el cadáver de cuerpo presente. Entonces vendrán las lágrimas y las lamentaciones. Pero habrá sido demasiado tarde.

No espero grandes cambios en la actitud del zaragocismo… y casi ni pequeños. No los ha habido en mucho tiempo no veo por qué iban a aparecer ahora. Así que me limitaré a intentar cambiar la situación en la medida de mis posibilidades y a ser un poco silencioso testigo ante el devenir del Real Zaragoza.

Ahora me quedan los recuerdos. Recuerdos pasados ante un futuro muy negro. Recuerdos felices ante un panorama desolador. Yo, el 17 de Marzo de 2004 estuve en Montjuic. Yo, aquella noche, disfrute y goce con el fútbol como en pocas ocasiones igualándose a otros triunfos deportivos con la diferencia de que estuve allí.

Miro la vista atrás y veo a aquella hormona con patas de 15 años en la grada de Montjuic con su camiseta y su bufanda atada a la muñeca. Mirada ilusionante pero a la vez firme. Mirada de zaragocismo de él de verdad. Miro la vista atrás y veo cosas que no se si volveré a ver.

A todos los que vivimos aquello daros la enhorabuena. Nosotros “estuvimos allí”.

Por Cuñao.

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